Retrato en Negro

Para ver un día más la luz del sol,

Lucharé una vez más,

Para sobrevivir.

Seguiré,

Y encontraré quien soy.

Vi el sol,

Y desee estar muerto.

Vi el sol,

Y quise quemarme en su fuego.

Vi el sol,

Y suplique porque su fuego fuera negro.

Vi a Venus,

Bailando en mis recuerdos.

Vi su estela plateada,

Su luz dorada.

Me acariciaba.

Me incendiaba.

Gemí,

De placer,

De desesperanza.

Giré el rostro para apartar mi vista,

Hasta que se quemara por la mañana,

Hasta que mi propia oscuridad se apartara.

Todo ello era negro,

Todo no tenía color,

Porque aquel lugar era el fondo del pozo,

¡¡¡EL CENTRO DE MI ALMA!!!

Era la prisión perfecta,

Cuya llave yo poseía.

Era la cerradura indicada,

Cuyo propósito era encerrarme.

Era el prisionero perfecto.

Carcelero,

Prisionero,

Cárcel.

Aquel era mi propio cuerpo.

Golpeé los muros de aquella prisión,

Y me lastime a mí mismo resucitando recuerdos.

La llave intenté usar,

Y quedé aún más atrapado cuando giré hacia el lado equivocado.

Pasadizo,

Laberinto,

Encontré en mi celda.

Lo recorrí anhelando la luz del sol,

Y hallé la belleza de la oscuridad perpetua.

Vista fugaz,

Demonio, monstruo, en mi laberinto interior.

Hui de aquel desalmado ser,

Y me perdí y, sin desearlo, me interné aún más en el laberinto.

Perdido, Sucio, Confuso, reflexioné,

Y deduje,

Que alguna superficie me había mostrado mi reflejo.

Aquel ser, monstruo, sin alma.

Era yo.

A venus vi al final en un recoveco de la habitación

Y extendí mi mano para acariciar su plateado rostro circular.

Retrocedí, entonces, aspaventado momentáneamente,

Por, nuevamente, mi reflejo en alguna superficie.

Por fin pude ver a mi alrededor,

Aquel era un laberinto de espejos, y yo no era el monstruo,

Tampoco era Venus,

ERA LA OSCURIDAD PORQUE AQUEL LUGAR ERA MI ALMA.