Esa misma noche, al echar a lavar mi ropa. Me di cuenta que tenía la sudadera manchada de la copa que tiré por su cuerpo. No dudé en olisquearlo, aún mantenía ese embriagador aroma a vino y a hembra. En seguida se tensó mi pene y no pude reprimir mis ganas por pajearme.
Me puse en pie, apoyando una mano sobre la lavadora. Saqué mi nabo por encima del boxer. Agarrándolo con firmeza empecé a mover mi muñeca de manera rítmica. Entre los vaivenes de mi mano, recordaba el cuerpo de Dama en mi fantasía. Estaba que no podía más, tenía la polla encerrado en mi puño y durante mis suspiros más intensos comenzó a salpicar mi leche de forma descontrolada.
A la mañana siguiente, llegué media hora antes a mi cita con Dama. En un primer intento de llamar a su timbre, nadie contestaba. Unos minutos y vuelvo a llamar, otra vez nadie. Me disponía a marcharme a esperar a una cafetería, de pronto oigo en el telefonillo…
-… sube- Y el portal se abrió tras un sonido de calambrazo.
- ¿Hola? ¿Dama? - Entré en la casa, algo extrañado. Escucho ruidos…
Me asomé por la puerta de la cocina, y me quedé impactado al observar la escena. Se lo está tirando un maromo, más mayor; calvo y regordete, la tenía agarrada del pelo, contra el suelo y a cuatro patas, parecia una yegüa desbocada . Dándola tan fuerte que lo único que se apreciaba era el choque en sus nalgas.
Reconozco que en un instante hice amago de querer marcharme por vergüenza. Pero me quedé espiando ese momento tan sórdido, se formó el bulto en mis pantalones vaqueros. Pronto se percataron de que estaba allí y paró en seco a aquel hombre educadamente.
-…Aurelio, este es mi sobrino Héctor. - Decía mientras se incorporaba, intentando aparentar normalidad.
- Mucho gusto, señor…- Respondí rápido, siguiendo el juego de su mentira.
Antes de que Aurelio replicara en la presentación. Dama, sugirió que fuéramos a su habitación. Pasó todo muy fugaz, desconcertante para mí.
-Nos vamos a divertir, te lo prometo nene. - Susurraba Dama.
Me desnudé con timidez, me miraban los dos tumbados en la cama y se manoseaban. Al quitarme por último el boxer, Dama se acercó gateando hasta el borde, para ofrecerme su sexo deseoso. Continuó su invitación, abriendo con dos dedos los labios de su rajita para facilitarme la entrada.
No conseguía empalmarme rápido, estaba totalmente superado en esa situación.
-Te ayudo, tranquilo. - Se dió la vuelta, sujetó mis testículos y de un bocado se metió el glande en su boca. Succionó con hambre...
Notaba la calidez bucal, jugaba con la punta de su lengua sobre el frenillo de mi glande. Estaba encendiéndome, no tardó mucho en ponerse morcillón, inflando sus mofletes llenándola de mi carne.
Vi mi polla exuberante, poco a poco iba brillando con la saliva de Dama, sentía como se liberaba un animal salvaje dentro de mí. Tomé con las dos manos su nuca, y empujé su cabeza contra mi.
-No espera...ggmhhgr- Antes de que pudiera terminar de exclamar, mi cabezón estaba tocando su campanilla, atragantándola. Sacaba todo mi pene y volvía a ensartarme por sus labios, llenandola de sus propias babas. Repetía una y otra vez esta acción violentamente.
Aurelio se puso como loco viendo lo que hacíamos, y se apresuró en ponerse detrás de ella, para metersela. Aquel hombre calvo y gordito, bombeaba como un conejo en celo sobre el coño de Dama, al mismo tiempo que yo violaba frenéticamente su boca. La vibración de sus gritos, lo sentía directamente con mi falo en el interior de su garganta.
Dama, para marcar su territorio. Me tumbó en la cama, y se sentó sobre mí, clavandose con un poco de esfuerzo, amoldandose el coñito al tamaño de mi erección.
-Ahora la que folla soy yo. - Y empezó a cabalgarme.
Se olvidó completamente de Aurelio, para centrarse en mi. Dejando al pobre mirando mientras se masturbaba. Se fue sin decir nada en cuanto terminó.
-Ah..sii...... hijo de...- Empezaba a retorcerse, estrangulando la raja con mi pene. Irremediablemente me corrí inundándola con todo mi semen ardiente. Nos quedamos los dos sorprendidos y a toda prisa se levantó para retirar mis restos.
-Capullo!...Avisa joder..- Gruñía mientras se limpiaba.
Me palpé el abdomen hasta la ingle, sorprendido por la cantidad de jugo pringoso que me había dejado con su coño vicioso. Estaba en la gloria, y extasiado...
-Te tienes que marchar.- Volví a escuchar de Dama.
-¿Cómo?.- Estaba alucinando nuevamente. Esta chica es bipolar.
-Viene mi marido con nuestro hijo.
Lo entendí todo cuando vi el fajo de dinero, que le había dejado Aurelio,en la mesilla. Me largué para siempre de su vida.
Casi un año más tarde creo que la encontré de nuevo en un Starbucks. Iba con un niño del brazo y un hombre a su lado empujando un carrito de una bebita.
-Dana, tu café!.- Escuché por ahí alguien gritando.
Me di media vuelta para salir del sitio. No, no puede ser ella. Verdad?
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