Conseguir novia con la ayuda de mi padre
-Relájate Javier, que te va a dar un mal un día de éstos y no merece la pena hijo.
Sergio, amaba a su hijo intensamente y le entristecía verle tan alterado y alicaído.
-Pero papá, cómo quieres que esté, dime, si no me sale nada bien. -Soy un negado, mira, mira, no consigo hacer ésta talla, seguro que la madera es de mala calidad.
-Anda hijo, sal un rato y despeja esa cabeza que tienes, que lo amores te atolondran, y estás un poco tonto.
-Bueno, por hoy te haré caso, me ducho para no ir con éste olor a serrín y me tomaré unas copas con Roberto. -Sí, sí, ya hijo, si te entiendo, que yo también tuve mis momentos y amores, pero no te confundas y le llames Roberto a la buena de Ramona que se puede poner celosa.
Qué paciencia tenía Javier, su padre se ponía pesado con la obsesión de buscarle novia. Ya le había metido en apuros en otra ocasiones y no cejaría en su empeño. Le quería mucho y sabía que lo hacía con buena intención, pero él ya tenía sus propias preocupaciones. Cada vez que tenía una cita, se ponía tan nervioso que resultaba un verdadero patoso. Una vez en casa, se moría de vergüenza al pensar en sus torpezas, bien se le caía un vaso, tropezaba, tartamudeaba, en fin, sus citas eran una verdadera odisea.
Sergio, sonreía al ver las torpezas de su hijo. Hacía unas tallas de madera hermosas y se vendían muy bien, pero en temas de amores, torpe, era quedarse corto.
“ Si viviera mi Amalia, ya le hubiera metido en vereda, yo qué le puedo explicar en cuestiones de novias si con una ya tuve bastante”." Bueno si hoy consigue decirle tres palabras seguidas a Ramona, sin atorarse, ya será un logro".
A la mañana siguiente, Javier, estaba de un humor de perros. Sergio, escuchaba desde la sala los portazos en la cocina.
-Buenos días hijo, qué nublado está el ambiente ¿no?
-Papá, déjame que no estoy de humor.
Sergio, insistía.- Anda cuéntame no será para tanto-. Si Ramona no te hace caso pues te vas al bar y otra chica guapa aparecerá, tú desayuna bien para tragar el mal humor.
-No seas pesado, no te voy a contar nada, ya te conozco y además de chicas tampoco sabes mucho. -Dime ¿ cuántas novias tuviste antes de mamá?
-Bueno... paseé unos días con Antonia, ya sabes, la madre del bibliotecario, no te creas, solamente pasear y algún pequeño arrumaco, claro y con una francesita de piernas larguísimas, con ella, algunos besos y algo de....,anda hijo, no me líes que con tu madre ya tuve bastante.
-Pues cuéntame cómo lo hiciste.
-Pero Javier, ¡qué santo te voy a contar de cómo te hicimos, tú no estás bien!
-No papá, que me expliques cómo la enamoraste, qué le decías, esas cosas, qué mal pensado eres.
-Antes, era diferente. Se quedó pensativo. “- Anda Amalia, qué lío y ahora qué concho le cuento yo, ayúdame”.
-Verás hijo, cuando la vi en la frutería con ese desparpajo y una sonrisa que iluminaba hasta al viejo de la esquina, que era ciego el pobre y.. - ¡papá, papá, no te enredes y vete al grano hombre!
-Vale, entonces me dije, ésta mujer es de armas tomar, pero muy guapa y unas piernas de quitar el hipo. Así que estuve comprando fruta todos los días durante un mes para que se fijara en mí.
-Un día, me miró y mis rodillas bailaron al son de su mirada, me quedé hipnotizado, con tan mala suerte que se me cayeron las bolsas y no veas, todas las naranjas rodando. -Ella, se reía y me pareció que habían bajado los ángeles y a la vez, me moría de vergüenza. -Así nos conocimos.
-Ahora, ya sabes como enamorar a una mujer hijo.
Sergio, se quedó muy feliz por ayudarle y éste con la mirada perdida pensando,”mi padre divaga, y si piensa que voy a conseguir novia con unas naranjas rodando, lo tiene claro.”
Cada uno, se fue a realizar sus trabajos y no se habló más del tema, pero Sergio seguía pensativo” tendré que hacer algo, porque éste hijo se queda más solo que la luna”.
Sus ideas, eran... como decirlo, bastante rocanbolescas. Se propuso enseñarle a cocinar. “Seguro que admirarán su buen hacer en la cocina”.
Durante una temporada, Javier aceptó hacer de pinche con su padre, suponiendo que éste necesitaba compañía. Distaba mucho de sus verdaderas intenciones.
Al cabo de unas semanas, Sergio, invitó a cenar a Ramona, ya le conocía puesto que vivía muy cerca. Cuál fue la sorpresa, que se presentó con su novio. Javier, se quedó blanco, pero la cara del padre, era cómica. Javier, se rehizo enseguida, puesto que ya no tenía que hacer esfuerzos para conquistarla,se le pasaron los nervios y la velada fluyó agradablemente. Excepto para el anfitrión, que daba pena. Todo su empeño en “esa” cena y la señorita viene acompañada. Como se suele decir, su gozo en un pozo.
Fue un gran patinazo para Sergio, así que comenzó una época de respiro, y Javier se relajó dedicándose de pleno a las tallas, además, era invierno y allí el frío y la nieve, te helaba hasta las ganas de flirtear.
Otro cantar, fue en primavera y Sergio comenzó con sus andadas. Con la excusa de los dolores de rodilla por el reuma, enviaba a su hijo a todos los recados que podía, pensando que en una de éstas, en vez de traer la compra, vendría con novia.
El invento, lógicamente, no dio resultado y éste ya no sabía qué hacer. Tal como era, estaría inventando mil formas nuevas para llegar a su cometido.
En verano, el pueblo se multiplicaba con los turistas, la alegría fluía en todas partes, la gente en las terrazas, los restaurantes llenos y las tiendas a rebosar.
Javier, fue a la frutería mientras su padre se quedaba en el bar de enfrente, “ descansando y observando”.
El local, estaba lleno, con tan mala suerte que Javier, tropezó y fue a caer encima de las cajas de sandías. Hubo un estropicio monumental, aparte que un par de ellas estallaron y sus pantalones quedaron hechos un cuadro.
Una mujer, se ofreció a ayudarle, con una hermosa sonrisa, ofreciéndole su mano para levantarse, éste hipnotizado, le dio la suya, por un momento, ninguno pudo hablar. Sus ojos, lo decían todo y seguido, los dos al unísono comenzaron a reírse sin poder parar.
Para Sergio, que observaba desde el bar, fue un comienzo. Se reía junto a su viejo amigo de aventura, Jorge, ya que en cuanto le vieron entrar en la tienda, decidieron actuar. Jorge, se encargó de hacer todo lo posible para ayudar en esa aparatosa caída.
Por ahora, no sabemos si de ese “especial” encuentro, surgió “algo”, risas, desde luego que sí, pero conociendo un poco a Sergio, ya nos hace pensar que sus ideas para nuevos encuentros entre los supuestos enamorados, han comenzado a fraguar.....
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