Cabeza en una lanza
Por Hubert Ettiste
Enviado el 15/01/2016, clasificado en Varios / otros
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Justo allí, donde tiempo atrás sembraban la cosecha, una cabeza empalada en una lanza presentaba un lágrima seca que bajaba por el pómulo hasta su barbilla. Tierra removida por las pezuñas metálicas de caballos estresados. Silbidos del viento entrecortándose a través de las ramas de arboles sin hojas.
La ventisca del invierno se estrellaba en la carne flácida de ese estandarte póstumo, símbolo inequívoco de que los sucesos no fueron del todo favorables; al menos para algunos.
El progreso humano, beodo, parecía mantener el equilibro sobre la punta de esa lanza que atravesaba el cráneo desde el cuello, deshilachado y maltrecho, de ese anónimo infeliz.
Cuerpos mutilados esparcidos por una capa de sangre y polvo que se levantaba a cada ráfaga de viento. La mirada desencajada de esa cabeza dejaba entre ver la brutalidad con la que fue arrancada del torso. Muelas partidas y pómulos flácidos a la espera de que el invierno y los días, terminasen por empalidecer y erosionar cada centímetro de su piel castigada.
Días de paz con canciones de victoria escritas por quienes aguardaban el cese del horror en sus casas. Gritos de pánico entre cuerdas de cítaras, talladas en maderas nobles, que no saben nada de la histeria que provoca un intento desesperado por sobrevivir entre cuerpos de compañeros muertos.
Tiempos de calma para cultivar las artes y los vicios, que llegan al fin, gracias a una cabeza empalada en una lanza.
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