La caliente puerto riqueña

La conocí esa mañana en la competencia de natación. En la fiesta, por la noche, nos acercamos para conocernos mejor. Mientras hablábamos su rostro no dejaba de sonreír. 

Sentía deseos de besarla pero había mucha gente y no quería equivocarme. Nuestras miradas se encontraron y le pregunte si yo le gustaba. Ella sonrió con cierta vergüenza. Mi boca se acercó a sus carnosos labios. Estaban húmedos y la fuerza con la que introdujo su lengua en mi boca mostraban lo apasionada que era.

Después de un largo beso, me dijo: mi guagua está afuera yo te llevo a tu hotel