Intercambio Improvisado.

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Al despertar tardé largos segundos en tomar conciencia de que no estaba en mi dormitorio y en orientarme para ir en procura del baño. Por la puerta abierta penetraba una luz tenue, pero suficiente para reconocer que el cabello y la cara de quien dormía a mi lado no eran los de Laura, mi esposa, si de Adriana, con quien, poco antes, había cogido, a full, hasta que, agotados ambos, nos entregamos “a los brazos de Morfeo”.

El baño estaba situado en el pasillo compartido por dos cuartos más. De regreso, oí, provenientes de la suite, murmullos sin percibir lo que decían. Puesto que la puerta estaba abierta, la luz, baja, pero encendida y sabía que dentro estaba Laura, con Javier, el marido de Adriana no resistí a la impulsión de acercarme y escuchar:

-¡Sos terrible …. insaciable …. no te dije no a nada …. y me despertas para otra vuelta de rosca ….. estoy cansadaaaa …. cheee.-

-Es que vos estás terrible ….. de buena …. una más y ….. hasta que amanezca me quedo quietito.–

Las palabras fueron desplazadas por sonidos de besos, caricias, suspiros y aprontes para una nueva “lucha” cuerpo a cuerpo. Ahí no me alcanzaron los oídos, avancé cautelosamente por el pasillito de la suite hasta que pude divisar la cama y los dos ocupantes, desnudos y ya, casi, superpuestos. Laura iba a volver coger esa noche y, yo, por primera vez en nuestra vida, presenciaba su entrega al disfrute de otra verga.

Él, con su boca en la boca de ella, arrimó su “garrote”, para nada despreciable en tamaño y sin preservativo, a la concha, Laura lo acomodó con una mano, él empujó y la empomó al “mango”

-¡Ahhhhhh!... ¡siiiiiiiii! ....... ¡cómo me llenás! – aprobó la embestida Laura, con las piernas abiertas al tope. La aprobación no me agradó en demasía, era otro, no yo, el que la generaba y temí perder en la comparación.  

Enseguida se abocaron a la cogida propiamente dicha que, se volvió porfía de pelvis, en el movimiento de entrada, él empujando la suya hacia abajo, ella respondiendo con parecida vehemencia con la suya hacia arriba. Parecía que ambos pretendían, con tenacidad, el logro de la penetración más extrema. El despliegue corporal, lo acompañaban, con toda una gama de manifestaciones vocales: suspiros, monosílabos laudatorios, frases entrecortadas, grititos, etc…

Fue un intensa “obertura”. El polvo siguió más calmado, con solicitudes de algunos “bonus track”:

-Reina … haceme el mimito de cachucha que me alucina ……. ¡Ahhhhyyyy Diosss que cosa más lindaaaa …. - 

Estoy persuadido que se trataba del conocido Beso de Singapur que Laura lo regala con asiduidad.

 …….

-¡Javyyy ….. acariciame la colita ……. me fascina como lo haces ….-

Él le pasó el brazo derecho debajo del cuerpo con la mano, dedos abiertos a ambos costados de la concha, mientras seguía con el mete y saca, y fue retirándola pasándola por toda la zanja del culo de Laura. Ella “chilló” complacida, gimió, rió y estalló en varios orgasmos, que evidenció con profundos suspiros y sus uñas hundidas en la espalda de él que no demoró en derramarle su semen en su interior.

Recobrada la calma, acostados lado a lado ella murmuró sonriendo:

- Sos una bestia …. nunca me habían culiado como vos, tanto en tan poco tiempo ......me encantó!! –

No alcancé a escuchar la réplica de Javier, ya que vi que Laura se incorporaba – para ir a higienizarse, seguramente – y tuve que huir rápidamente para que no sorprendiera espiando.

 

De regreso a “mi” dormitorio, a pesar de tener una erección monumental, no intenté despertar a Adriana. Pero como no conseguía conciliar el sueño después de un “millón” de cambios de posición, amagues de “contar corderitos” y otros artificios inútiles, decidí darme una ducha. En eso estaba cuando, a través de la mampara de vidrio templado que separa ducha de demás servicios, vi entrar a Adriana, sentarse, bombacha a los tobillos, en el inodoro para orinar. No regresó a la cama, la bombacha quedó en el piso, era la única prenda que vestía:

-¡Permisoooo!! Si no te jode ….. voy a ducharme con vos –

Lejos de ceder, mi erección se incrementó con su mano rodeando mi miembro:

“Guauuuuu!!! Qué hermoso chipote tenes, guacho!!!!” exclamó ella y me empujó de espaldas a los cerámicos de la pared y apretó su pubis contra el mío:

-¡Vení …. vamos a secarnos !!!..así noooo...quiero que me lo pongas dentro....que vuelvas a cogeme....daleee -

Ya sobre la cama y acometió contra el totem que apuntaba al cielorraso. Me lo chupó todo, primero los huevos, el tronco y la cabeza luego. Se lo metió en la boca y se entretuvo con él unos minutos. No muchos: se tiró encima de mí, me dio un besote alucinante y exigió:

“¨Cogeme de una vez, por favooooor!!!!!¨.  

No me opuse, invertimos las posiciones y se la puse hasta que entró totalmente en su cueva. Juntamos las bocas en un beso prolongado mientras le entraba y salía lenta y suavemente pero sin pausas alternando, de tanto en tanto, embestidas desconsideradas.

Es indescriptible el placer que experimentaba: mi goce era compartido, Adriana gemía, reía, insultaba, agradecía (¡Ahhyyy Dios mío!!), tenía estremecimientos (orgasmos, tal vez) Cuando percibió el spray de semen derramarse en su concha, amagó una queja:

-¡Noooo …. no hubieses acabado tan pronto …… quiero revancha -

La tuvo, pero avanzada la mañana – cerca del medio día –

Cerca de una hora después nos despedimos y Laura y yo regresamos a casa.

De esa noche de viernes y mañana de sábado de sexo, bajo el mismo techo, pero con trueque de pareja, coincidimos que había valido la pena vivirlas. Era nuestra primera vez. No hablamos de repetirla.

 

Los cuatro protagonistas cercanos de los 35 años, nos reencontramos, esa noche, en ocasión de un evento empresario. Las dos chicas son lindas “sin vueltas”.

Con el acumularse de copas, entre Javier y Laura hubo largos momentos de dedicación exclusiva pupilas en las pupilas. Yo no me privé de disfrutar la anatomía de Adriana y de intercambiar con ella miradas pero de un modo más medido, aunque insinuante. A la hora de bailar, con en el aire la música lenta, para el agarre, Adriana abrió el juego, se soltó del marido y vino donde estábamos bailando nosotros:

-Laura, prestame a Juanca y te presto a Javier, rompamos la rutina ¿te parece?-

-¡Regio!..dale..- aceptó sonriente mi mujer y se fue a los brazos que les habían ofrecido.

Adriana no dejó resquicio entre su cuerpo y el mío y, como no podía ser de otro modo, mi erección se hizo insoslayable para ella que, lejos de apartarse,  rozaba su pelvis en el bulto con movimientos, contenidos pero eróticos y mantenía sus ojos clavados en los míos.

Con intervalos en la mesa, seguimos bailando la mayor parte de la velada, mi esposa con Javier y Adriana conmigo. 

Ya avanzada la noche Adriana fue directa al punto:

-Chicos, nosotros vivimos a pocas cuadras de aquí ¿Qué les parece si, le ponemos la frutilla al postre y cerramos esta linda reunión, con un buen café en casa? –

Más que café, hubo desparpajo, cruzado, de fluidos genitales.


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