Hoy me sentí sola. Hacía tiempo que no me invadía esta nostalgia que hiela mis entrañas. Hoy he vuelto a ser la de hace un año. Un año… ¿cómo se me ha podido escurrir entre las manos? Hoy me he vuelto a sentir vacía. El vagón de la montaña rusa en la que estaba subida se ha detenido. Ya no hay subidas ni caídas empicadas ahogadas en un grito. Solo quietud. Una pasividad que me desconcierta, que me desespera y me remueve por dentro. En algún punto cambié. Era segura de mi misma, con la mitad de complejos y decidida a hacer las cosas por mi y no por lo que esperan de mi. En algún giro me vine arriba, sacando a la yo decidida que dormitaba en algún rincón de mi misma. En algún descenso adelanté a mi sentimiento de culpa y me liberé, disfrutando de cada pequeña historia que me ocurría.
He sacado lo mejor de cada instante. He aprendido de cada raspón, de cada golpe. He reído y he llorado al mismo tiempo. Pero en el fondo, no he sido quien yo quería.
Mis dudas y mis miedos se reactivan cada cierto tiempo, para recordarme que no importa el tiempo que pase, las disculpas que ponga o las historias que me invente. Siguen estando ahí, como fantasmas.
Y hoy, me he descubierto a mi misma revolviendo sentimientos ajenos, fisgoneando vidas privadas, leyendo cartas a otros, usurpando identidades… intentando encontrarme proyectada en alguna palabra, en algún gesto, en algún guiño reflejada. Y en el fondo descubro que no estoy, que nunca he sido más que la sombra que se desliza a su espalda cuando el sol está de frente.
- ¿En que la puedo ayudar?
- Una nueva ficha para este parque de atracciones que ponga en marcha el vagón de esta montaña de emociones.
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