Sin saber quien eras
Por Sagari R.S
Enviado el 19/01/2016, clasificado en Varios / otros
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Comenzaste a comprar en mi tienda, un pequeño comercio de barrio, de mostrador.
Te saludaba, como a todos los clientes, cuando entran; tu pedías directamente, en tono seco, sin responder al saludo. Tu expresión siempre seria, casi malhumorada, que cortaba el aire.
Así día tras día, yo te saludaba cuando entrabas y también te daba las gracias al darte el cambio.
Tu salías sin más.
Pero un día, necesitabas otra cosa diferente, a raíz de lo cual surgió el tener que hablar algo mas, y fue cuando me comentaste que tu marido tenia Alzheimer, de pronto comprendí tu falta de entusiasmo, ni siquiera para dar los buenos días.
Eres una persona joven, cuarenta y pocos, así que deduzco que él también lo es, de hecho me enseñaste su dni, y me dijiste que tenias que llevarlo, con una autorización especial.
Entiendo por mi cuenta, sin más palabras ni explicaciones, que tienes una situación muy difícil, primero de comprender y también para vivir el día a día, que te ha tocado.
Sigues viniendo, casi cada día, y aunque no hemos vuelto a hablar del tema, ahora, entras con un gesto más amable, saludas e incluso sonríes si hacemos algún comentario simpático con otros clientes, mientras esperas tu turno.
He de reconocer que a partir de ese día, se produjo un nuevo entendimiento, sin más palabras, para algo tan cotidiano y no menos importante, como es dar los buenos días.
Fue un cambio sutil, pero efectivo, yo lamentando tu situación (en mi interior), actuando como cualquier día, y creo que tu sentiste una pequeña liberación, por el hecho de decirlo.
Siempre aprendo y me sorprendo, detrás del pequeño mostrador, con tanta rutina aparente; cada persona somos un mundo y muy variable.
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