En la hora decimotercera, crispado, consternado mi rostro por el horror le vi salir,
Salir del panorama que el espejo reflejaba.
Era la forma de una mujer de larga melena y desnuda figura que el cristal vomitaba.
A lóbrego oscuro satanismo invocaba la visión de esta pobre alma desahuciada.
Llamóme la atención las gruesas guturales que con ansia exclamaba pues a un recién nacido no recordaba.
Desgarróse, entonces, el aire que la rodeaba pues este evitaba el aura impregnado de rabia que la rodeaba.
Cavernosa voz, grueso gutural, mi nombre gimió.
Recuerdo de pesadilla el retumbo de su voz en las recubiertas paredes de mi habitación, reverberante eco cuyo símil a voz demoniaca mi mente evocaba.
Ininteligible voz, mi nombre y su nombre gritaba.
“Calla, macabro demonio. Vuelve a la tierra de los muertos y perece en el abandono”
No cesó.
“Nauseabundo ser, henchido de mefistofélismo, vuelve, penosa anima por donde has venido”
Tampoco cejó.
“Satánica criatura que a deshora mi tiempo usas, calla, calla para siempre, ¿no ves que no soporto la amargura con la que hablas?”
Pero el espanto aún gritaba, así que exclamé por ultima vez antes de atacar al monstruo que en mi vertiginosa fantasía se originaba.
“Vuelve de donde has salido, es la ultima vez que te lo advierto”
Aquello pareció hacerle gracia pues perforó mis oídos con una intensa carcajada.
“Criatura vil”, maldije empuñando un arma “Te haré volver a la fatídica muerte”
Tres disparos, nocturnas campanadas anunciando mi desgracia.
“Abismal demonio que a mi alma amenazas, vuelve de donde has venido por favor te lo ruego”
¡Ah falso fantasma de seguridad el de mi arma cargada! Olvidado tras la palabra nacida en los labios de mi esposa asesinada:
“Venganza”
Estrellóme mi cabeza contra la loseta cantando de victoria, ahuyentando así a mi alma que, fiel, integro, intangible fantasma, de mi cuerpo escapaba...
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