Fue un día cualquiera, el corre corre rutinario… Pues se acercaba el fin de mes y había que preparar los cierres contables.
Soy de esos que acostumbran a tomar una o dos tazas de café a media mañana, y ese día no sería la excepción. Como siempre, bajé al primer nivel en donde se encontraba la pequeña cocina de la oficina; estaba preparando mi café, cuando entró Evelin. Una compañera de otro departamento, de 1.60, piel blanca, delgada, pero a pesar de su baja estatura tenía una cintura, unos pechos y unas nalgas perfectas.
Luego de saludarnos comenzamos a bromear, yo la molestaba con qué tipo de ropa interior traía puesta ese día, recuerdo que le dije: “¿Hilo o tanga?”, a lo que ella responde “Tanga”. Seguí bromeando y le decía que no le creía, que tendría que verlo para creerle o que por lo menos dejara tocar si era cierto.
De repente, se desabotono el pantalón y me dice, mete la mano y compruébalo. ¡ ¡ ¡No lo podía creer!!! Metí mi mano en la parte de atrás, y efectivamente. Una pequeña tanga de encaje fue lo que me recibió y aprovechando (pues me puse bastante caliente) baje mi mano y agarré una de sus nalgas.
Me hubiera gustado bajarle todo y hacerlo con ella en ese preciso momento, pero a sabiendas de que en cualquier momento podría entra alguien; me acerqué a su oído y le dije “¿Me das ganas, quieres quitármelas?”.
Luego de seguir bromeando, me pregunto dónde podríamos hacerlo… Rápidamente le dije que podría ser dentro del baño. Quedamos en que antes de salir, la llamaría para encontrarnos y apagar ese fuego que habíamos dejado encendido.
Pasé todo el día pensando en ese momento, quería que fueran ya las 5 de la tarde.
Continuará…
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