El Miedo.

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Que difícil es encontrarlo y que fácil puede ser perderlo. De sentirlo, ya ni hablo porque puede resultar casi imposible. Después de mucho tiempo, lo encuentras. Has podido vivir sin ello sin problemas, pero cuando lo pruebas y sabes de qué va, te parece increíble haber estado tanto tiempo sin Aquello.

Tiene un amigo llamado Miedo, que va siempre con el de la mano. Cuando lo conocí, me lo tuvo que presentar por no hacerle el feo, pero estoy deseando que se vaya y nos deje a los dos solos. Ahora mismo es el que sobra, pero parece que no quiere irse. Creo que es lo único que me hace que quiera que desaparezcan los dos. Tengo celos de ese Miedo, de que pueda hacer algo y me quite aquello que llevaba tanto tiempo buscando. Pero ese Miedo parece que también quiere ser amigo mío (todo menos irse). Me habla y me pone en contra de Aquello que quiero. Me asegura que ha escuchado de su propia boca que no le importo tanto, que cada vez tiene menos ganas de estar conmigo, pero que tiene miedo decirlo.

Me dice tantas cosas que a veces es imposible no hacerle caso (error por mi parte). Me sigo encontrando con ellos y cada vez me siento más raro y susceptible…tendrá razón Miedo?

Espero que no. No, mejor dicho, NO la tiene.
Ahora es cuando pienso que hemos pasado mucho para encontrarnos, que hemos sufrido y hemos caído, pero nos hemos levantado. Hablo con Miedo y le digo que se vaya, que es el que sobra. Decide irse, pero porque “el quiere” avisándome nuevamente de sus mentiras. Ahora es cuando quiero confiar, cuando quiero volver a sentir y que estemos Aquello y yo solos. Aunque sé que Aquello por lo que siento tantísimo tiene que demostrarme que su amigo, el miedo, estaba solo malmetiendo.

Segunda parte.

Cuando por fin lo sientes, cuando ya lo tienes, cuando lo puedes tocar, mirar y besar. Ahora, ya no queda nada, eres feliz, tienes a Aquello.

Miedo miraba desde la esquina, sonriendo… esperando su momento. Sabe que a pesar de que estas convencidísimo, quiere jugarse su ultima carta.

Cuando pasabas con lo que más querías, Miedo observaba en silencio desde su escondrijo; su momento se acercaba y se frotaba las manos con ansia. Un día, en el que todo parecía perfecto, sin dudas en tu interior…Miedo apareció. Te hace unas pocas preguntas acerca de Aquello, a las que contestas: “Si si, es para mí, no puedes hacer nada”. Aquello te mira y sonríe, agradecido.

…te despiertas la madrugada del día siguiente. Solo, con frio y con miedo. El escalofrió recorre toda tu espalda sobre la que había dormido y acariciado Aquello el mismo día de antes. Deseas que llegue el dia siguiente para pensar que solo es un mal sueño aquello que has sufrido.
Por fin llegan los instantes que querías: esos que compartes con Aquello. Con una sonrisa en los labios le dices: “Te quiero”. Esperas ansioso una respuesta similar... pero no. Esta vez como respuesta obtienes un: “Jamás podremos estar juntos.” Algo inimaginable horas antes, pero que estuvo presente en todo momento, algo con lo que Miedo jugaba.
Ahora, dando media vuelta, “desandando” tu camino, solo ves a Miedo, quien te señala y se ríe con estruendo. Cuando termina su larga risotada, solo dice: “He podido, ¿verdad?”


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