Dia de sexo: 7-Despertar
Por Dorvas
Enviado el 29/01/2016, clasificado en Adultos / eróticos
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Ummmm... Un cosquilleo recorre mi entrepierna. Un placentero sopor inunda mi cuerpo. Siento mi miembro erecto, húmedo, cálido. El placer me invade. Aún con los ojos cerrados, intento tomar conciencia de donde estoy. La luz. Una cama. Ummmmm.... Alguien lame mi pene. Clara. Arriba, abajo. Una boca lo acoge. Cálida. Húmeda. Abro los ojos. Una melena rubia se mueve entre mis piernas. Unos ojos verdes me miran. ¿Marta? Doy un salto. Marta me mira con cara de asombro, totalmente desnuda y con una mano en su sexo. Clara, también desnuda, entra en la habitación. Ambas se miran y estallan en una carcajada. Mi cara, estoy seguro, debe ser un poema. Es Clara la que habla.
-Oí el timbre. La chica había venido a buscarte, me dijo quien era y la invité a despertarte ¿Te molesta?
-Después del ajetreo de ayer -ahora habla Marta- pensé que te vendría bien salir a comer por ahí. Algún pueblecito de la sierra, tal vez. ¡Oye! ¿Puedo seguir? Estaba disfrutando mucho.
Miro mi pene que, a pesar de la sorpresa, sigue tieso y desafiante. Me encojo de hombros.
-¡Me añado! -dice Clara.
Marta vuelve a ocuparse de mi pene y Clara, tumbada bajo ella, comienza a besarle y lamerle la vulva. Giro y recoloco mi cuerpo para poder llegar al sexo de Marta, totalmente empapado con sus jugos y la saliva de Clara. Combinamos su lengua y mis dedos para lamer, besar y acariciar todos los rincones de aquel sexo ardiente. Entramos, salimos, aceleramos, paramos... Marta se deshace. Gime ahogándose con mi pene en la boca, tiembla, se retuerce proporcionándome un placer inmenso y profundo. Dobla el cuerpo, lo tensa y se deja ir en un orgasmo que nos inunda. Se queda, como ayer, totalmente quieta y a los pocos segundos, relaja el cuerpo tragando mi miembro hasta lo mas profundo, y vuelve a derramarse en la boca de Clara a la que sorprende y hace toser con aquella nueva oleada de jugos.
Tras eso, se sienta sobre mi metiéndose el vástago en su vagina. Gime sin parar, atrapada en una ola de placer que la domina y la vence. Clara va un poco despistada. La llamo y la hago sentar sobre mi cara para acariciarla con la boca. Están ambas frente a frente. No puedo verlas pero siento sus jugos en mi boca y en mi sexo. El placer me sacude a oleadas y no tardaré mucho en rendirme a él. De hecho, de no haber tenido un día tan "ajetreado" hacia ya tiempo que me habría vaciado sobre Marta.
Mientras tanto, ellas se abrazan y se besan, juegan con sus tetas, se acarician, se pellizcan una a la otra los pezones. Oigo los gemidos ahogados en las bocas que se funden. Imagino los roces de la piel, de las manos, de los labios y mi miembro crece y se aprieta contra las paredes de la ardiente vagina que lo asfixia. Ellas ajustan al fin sus ritmos, se mueven de la misma manera una en mi boca, otra en mi sexo. Empujo la lengua lo más profundo que puedo dentro de Clara y, a la vez, mi mástil en la de Marta a la que, estirando de cada músculo de mi cuerpo, entrego mi esencia inundándola de esperma que brota de mi a borbotones. Ella se tensa, arquea el cuerpo, estruja mi miembro y con una sacudida y un grito desgarrador deja fluir sus jugos en otro profundo orgasmo. Clara aprieta los muslos contra mi cabeza, se lanza hacia mi pene que, chorreante, cabecea fuera ya de Marta, y al introducirlo en su boca, derrama sobre la mía su esencia cálida y sabrosa mientras Marta, tumbada a mi lado, disfruta de la segunda parte del orgasmo.
Cuando al fin nos relajamos, pasa ya de la una pero, tras el día y la noche de sexo, me invade un profundo sopor y un notable cansancio. Creo que también a Clara.
-Y ahora...¿qué hacemos? -pregunto en un susurro.
-Pues...podemos ducharnos, vestirnos y salir a comer a la sierra -propone Marta- Se os ve cansados.
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