Enterrado.

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Enviado el , clasificado en Ciencia ficción
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Desperté en la semipenumbra de un camastro, parece  que estoy  en un lugar encerrado en madera barata, no se oye ruido alguno, solo la fetidez de la carne y el calor  invaden el ambiente. No tardé mucho en descubrir que estaba en un féretro, mí cuerpo, mí viejo cuerpo sufre la desintegración normal de un cadáver. Puedo sentir a los gusanillos caminando con dificultad y mordisqueando la carne, el resplandor producido por la descomposición química de mis residuos, permite presenciar este festín. Es en realidad un cuerpo que sirve de alimento seguro a pequeñas alimañas, ya en estado putrefacto y sangrante. Me asombra imaginar a todos mis fluidos saliendo, no tengo idea de cuanto hedor  sanguinolento, amarillo y en algunas partes  verduzco se acumula en mi cuerpo, por otra parte,  mi boca,  mis labios, que horrendos deben de verse, explotados en sangre púrpura muy viscosa y oscura. Los dientes, los que quedan en la roída dentadura, se han caído y por las pequeñas grietas de las encías, minúsculos seres  aparecen, ellos son los que me acompañan ahora, ellos son los encargados de la limpieza del cuerpo, de borrar para siempre el rastro en descomposición de lo que queda de mi, en eso nos convertimos los seres vivientes, que trabajo tan ingrato y necesario el de estos seres de la oscuridad, se cumple así  la inestimable ley de la  continuidad del universo.

 

Lo extraño es que lo estoy presenciando como  espectador, es la mejor película de suspense que he visto, no hay  ni protagonistas, ni guionistas, ni cinematógrafo, solo un actor,  mi cuerpo, Este cuerpo gastado, con los huesos ya corruptos y tostados como pollo frito por el calor. La carne que huele bastante mal, esta amoratada, y  negruzca. Yo  tengo conciencia de todo. No puedo  ver, ni sentir, ni oler, no hay reflejos,  pero de alguna manera lo observo y pienso. Me conformo con saber que a todos mis acompañantes generacionales humanos, les queda por recorrer un camino parecido, el problema esta en quien lo pasa primero.

 

En la mañana, bañado en sudor y pálido reaparezco en mi camastro, no me gusta soñar y menos con mi propia desaparición, espero que no vuelva a suceder más…

 


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