Barcos que navegan por aguas puras y limpias. Galeras que surcan tu espalda. Acarician la piel. Dibujan nombres y esbozan caras. Y atracando en tu cuello, un solo beso me guardo. Sin dudarlo lo depositaría eterno.
Espigón y escollera. Aguantar sin descanso. No torcer el asedio del profundo mar. Olas bravas, espumas de miedo. Tú respeto y tú recelo. Abrigo de tus tormentas cuando sin avisar acometen recuerdos.
Ríos y afluentes. Recorrer en medio de las costuras, ayudando a sanar heridas. Unir pedacitos. Buscar el sentido. Regato abundante sin pretender querer tus marcas, sino que me ayudes a vivir con las mías.
Crisálida que envuelve tú cuerpo. Ser de metamorfosis hacia tu estado. Paz, armonía y esencia. Frazada larga de tela suave y liviana. Cobijo en la cama. Refugio de noches largas. En el frío, cuando no duermes, cuando no descansas.
Viento que soplan tus alas de mariposa. Para que respires pura y limpia esta nueva vida que emprendes y embarcas. Brisa que te toca. Mi brisa que ya se enamora. Suspiros que al oído susurran “siempre yo seré yo, y tú serás tú”.
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