LARA (II)

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 El tipo la condujo a través de una escalera y luego por un pasillo lleno de puertas hasta una gran puerta de roble que abrió. Una vez dentro, encendió la luz y la chica pudo ver un despacho enorme y muy lujoso que no se podía ni comparar con el de él.

– ¿Alguno de tus chicos no vendrá por aquí cuando hagan la ronda?

– Tranquila, esta parte del museo me corresponde vigilarla a mi. Además, aunque hicieran la ronda aquí tienen completamente prohibida la entrada; ni siquiera si vislumbran luz bajo la puerta. Algunas noches, el director suele venir aquí y no quiere que nadie le moleste. Aunque, tranquila, esta noche no vendrá.

A la joven no le extrañó aquello. Quiso comentarle algo acerca de los rumores sobre negocios ilegales que circulan alrededor del director y varios trabajadores del museo, pero temió que esto pudiera despertar sospechas sobre ella y se lo calló.

– Bien –dijo la chica mientras se encaminaba hacia el centro de la enorme habitación. Una vez allí, se dio la vuelta y, con una diabólica sonrisa, se quitó el top dejando al aire sus tetas; no muy grandes, pero firmes y bonitas. Después, se quitó la falda de forma muy sensual mostrando un pubis totalmente afeitado.

Samuel, con la espalda apoyada en la puerta de roble, la miraba con los ojos muy abiertos. Estaba tan excitado que no notó como la chica, mientras se quitaba el top, extraía de su escote disimuladamente el minúsculo objeto que había sacado a escondidas de su bolso, y lo tenía escondido entre sus dedos.

Una vez se desnudó, la joven se encaminó hacia el enorme escritorio, también de roble, y se inclinó sobre él apoyándose con las manos en la madera y apuntando su culo hacia él. Después giró su cabeza y lo miró con una mirada felina y una sonrisa maliciosa.

– ¿No vienes...?

Samuel, a toda prisa, se despojó de la camiseta, los pantalones y las botas, quedándose también completamente desnudo. Después, fue hacia donde estaba la chica y se colocó detrás de ella.

Lo primero que hizo fue acariciarle las piernas, algo que había deseado desde el primer momento; aquellas portentosas piernas eran lo mejor de la anatomía de la muchacha. Luego acarició las nalgas, firmes y duras, y la espalda de la chica antes de arrodillarse e introducir los dedos por su vagina y la lengua por su culo.

La chica gimió de placer. Estaba disfrutando, pero aún tenía una cosa que hacer. Mientras sentía la lengua del tipo dentro de su ano, sabía que ese era el mejor momento. Con una de sus uñas retiró el adhesivo que el diminuto artefacto, que era plano y de forma redondeada, tenía en una de sus caras. Después, con una de sus manos lo introdujo bajo el escritorio y, una vez dentro, lo pegó en la madera.

“¡Ya está! –pensó.

Y si, ya estaba. Había cumplido su trabajo con éxito. Ahora ya podía relajarse y disfrutar de la noche.

En esos momentos, Samuel sacó la lengua de su culo y se puso en píe dándole un fuerte cachete en una nalga. Lo poco que le quedaba de temor a ser descubierto y despedido se esfumó y solo deseaba darle a esa zorra lo que se merecía.

– Bien, preciosa. Creo que ya está bien lubricado...

– ¡¿Que?! –preguntó ella mientras arqueaba las cejas y abría mucho los ojos.

Antes de que se diera cuenta, las enormes manos del tipo la sujetaron con fuerza agarrándola por sus caderas. Fue cuidadoso, ya que era tan fuerte y la chica tan delicada que podría haberla roto como una rama seca si no hubiera controlado su fuerza. Aún así, la sujetó con la suficiente fuerza para inmovilizarla.

– ¿Que... que estas haciendo...? –preguntó la joven con voz temblorosa a pesar de que ya conocía la respuesta de antemano.

– No se si a ti te gusta comenzar de esta forma, pero yo no puedo esperar...

Lara abrió mucho mas los ojos y la boca mientras un enorme alarido salía de sus cuerdas vocales cuando sintió aquella cosa enorme perforando su culo.

Los gritos de la chica, que eran una mezcla de dolor y placer, inundaron toda la habitación.

– No te preocupes, preciosa –decía el tipo gustoso mientras envestía –. Puedes gritar lo que quieras, este despacho está insonorizado.

Lara no se podía creer lo que estaba pasando. De todas las cosas que habían ocurrido esa noche, aquella era la única que no había previsto. Afortunadamente para ella, no era virgen de esa parte de su cuerpo; pero nunca se lo había hecho nadie con un aparato tan grande.

Después de aquello, le iba a costar sentarse unos cuantos días, pero aquellos eran gajes del oficio. Había puesto cachondo a ese tipo para lograr sus objetivos y ahora le tocaba complacerle, ya que en esos momentos estaba completamente a merced de él y no sabía como reaccionaría si le dejaba con el calentón.

De todas maneras, a pesar del dolor y la impresión inicial, aquello empezó a gustarle y terminó pidiéndole que se lo hiciera mas fuerte con una sádica sonrisa.

Terminado aquello, la chica la chica calló sobre el escritorio boca abajo, exhausta y sudorosa con el agujero de su culo al rojo vivo y tan abierto como la boca de un túnel. No obstante, se repuso pronto y, aunque el culo aún le dolía mucho, se puso en píe y se colocó frente al tipo con una maliciosa sonrisa.

– Ahora me toca a mi...

Se arrodilló para poner su cara frente a la entrepierna del tipo, agarró su miembro y, tras masajearlo y lamer suavemente la punta, se lo metió en la boca. Samuel alzó el rostro al techo con la boca muy abierta y sus ojos casi se pusieron en blanco. Jamás había sentido una sensación como aquella. Esa chica parecía una profesional.

Mas tarde, ella se tumbó boca arriba con las piernas muy abiertas mientras él introducía la cabeza entre sus muslos. La chica gimió y se mordió el labio excitada al sentir de nuevo la lengua de él penetrándola.

Luego era él quién se encontraba tumbado en el enmoquetado suelo boca arriba mientras ella estaba sentada sobre él cabalgándole.

Y así estuvieron gran parte de la noche, practicando distintas posturas en distintos sitios y rincones del despacho; lo hicieron tanto en el elegante sillón del director como encima del escritorio. Así hasta que él miembro de Samuel ya no podía mas y ella corrió a metérselo en la boca antes de que estallara.

El volcán hizo erupción y ella notó como su boca se llenaba de leche caliente. Era tan grande la cantidad que no pudo evitar que unos chorreones le cayeran por las mejillas. Ante la atónita mirada de él, la joven se tragó todo el semen que tenía dentro de la boca y después se relamió mientras le miraba ardientemente.........................................................................................Continuará


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