¡Estos Policías! ¡Ja! (2/3 Anécdota policial).

La Colmena.
El papeleo correspondiente, larguísimo;  el Cuartel, además del fuerte rumor de las conversaciones sobre la balacera, risas y abrazos, hacían que pareciera una   colmena.
_¡Señor Abásolo!  Haga el favor de venir  _la orden del Subcomisario produjo un silencio cuando el lenguaraz Detective, apretando sus labios caminó a la oficina de su Jefe directo.
Cuando salió comenzó de nuevo el zumbido de las conversaciones y las risas: “ Buena “Hablasolo”, ¿Cuántas guardias extras te tiraron?” y chirigotas por el estilo.
Apareció el Comisario Jefe y todos callaron.
_Caballeros, guardemos la compostura. En la sala de espera hay público y van a creer que esto es un colegio de niñitas. ¡Vayan a atender sus diligencias!
Salieron de la sala de reuniones y comenzaron a entrevistar a quienes acudían a la Comisaría por sus diferentes problemas relacionados con las leyes.
El Ayudante del Jefe, el “acomodado“ que no salía a las calles, cuyo apodo le ardía, “Pescao Pisao” por su ojo con estrabismo divergente, llamó  a la sala de reuniones con un listado.
_Todos los Detectives nuevos deberán ir mañana al Servicio Médico para el examen anual y son los siguientes _se dispuso a leer un listado.
_¡Anda donde el “ojólogo”,  que te arregle! _un chistoso gritó entre los funcionarios.
Imperturbable, quizás ya acostumbrado a ese tipo de bromas, el Ayudante los nombró. El primero, por orden alfabético fue Carlos Abásolo , quien dirigiría el grupo de novatos por conocer la rutina; se infló como pavo real, no era para menos, segundo año en la fuerza policiaca y ya tenía un grupo de Detectives bajo sus órdenes.
El grupo de treinta Detectives, dirigido por  Carlos Abásolo, hacía antesala pacientemente en el pasillo del Servicio Médico. Cercano a ellos estaba un Inspector esperando atención médica, quien los observaba divertido; él también se comportó bullanguero cuando ingresó a la Policía.