¡Estos Policías ! ¡Ja! ( 3/3 Anécdota policial).

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 Los Temidos Exámenes Médicos.
En el box de Oftalmología una auxiliar de blanco salió y llamó:
_Señor Carlos Abásolo.
Con aire de importancia, el funcionario entró; detrás de un escritorio estaba el médico quien le pidió cortésmente  que se sentara frente a él.
_Señor … Carlos Abásolo _examinaba la ficha con sus antecedentes médicos, _veo que el año pasado fue examinado.  Mmmm …bien, bien. ¿Ha tenido algún problema con sus ojos? ¿No? Bien, los veremos.
La auxiliar procedió a ponerle un par de gotas en cada ojo y le tomaron la presión ocular. Lo hizo leer brevemente letras pequeñas en un test colgado de la pared.
_Bien, ha sido un placer en verle _le extendió la mano y la muchacha abrió la puerta para llamar al siguiente.
Fue rodeado de los novatos que lo vieron con los ojos llenos del colirio.  El pícaro Abásolo presionó sus ojos con sus dedos y se quejó; la curiosidad y el temor prendieron  entre los inocentes muchachos.
_¿Qué te hicieron,  hombre!
_¡Aaay, qué horrible! No vengo más a esta porquería, son unos enfermos mentales estos médicos.
Ante la insistencia de sus  jóvenes colegas, siguió con la pantomima.
_¿ Sabían que estos “ojólogos” usan unas tenazas como dos cucharas? Pues bien,  con ese aparato me sacaron los ojos y me examinaron el nervio óptico… ¡ Ya, ya, déjenme tranquilo! _se retiró a un rincón, dejando  en la incertidumbre más negra a sus compañeros.
El siguiente y último examen era Urología.
Una enfermera rubia, alta y flaca lo hizo pasar.
El médico urólogo le pidió sentarse. Tomó un lápiz y preguntó:
_¿Ha sufrido enfermedades venéreas? No, …bien _anotó.
_Algún nódulo en sus testículos, ¿No?   ¿Alguna molestia de cualquier índole en su aparato sexual? ¿No? … bien, puede retirarse.
La rubia, por alguna razón, llevaba en su mano una regla, tal vez estaría haciendo un rayado recto. Movió su mano con la regla.
_Haber, sigue don …
Y entró con otro funcionario; de nuevo fue rodeado Abásolo por sus ingenuos  colegas. El payaso Detective hizo como que quería huir y finalmente sacudió teatralmente la cabeza.
_¡No, nunca más vengo a estos exámenes!  Son vergonzosos, … indignantes.
_¡Pero, compadre …¿Qué te hicieron?
El genial Abásolo agachado mostró la puerta del urólogo.
_¿Vieron a la rubia flaca? Ya. ¿Vieron que andaba con una regla en la mano? … ¡No, no soporto más esta vergüenza!
El Inspector en su silla reía, tapándose la boca.
_¿Qué creen que hace la flaca con la regla? …¿Ah?
Los jóvenes “ratis” intranquilos se miraban entre ellos.
_¡Pa’ que sepan, mierda, esa mujer te toma tu ….!
El Inspector no aguantó más y se metió en el grupo.
_Ya, ya, Detective “Hablasolo”, corta tu chacota. Yo sé lo que hizo la enfermera, te lo midió y …no diste la medida, te van a expulsar de la policía por tenerlo tan chiquitito.
Sorpresa entre los novatos y de pronto comprendieron que habían sido víctima de las bromas  del Detective “Hablasolo”, una risa general  y éste  achunchado se aproximó a su superior jerárquico, quien lo miraba con una sonrisa.
_Jefe, echó a perder una de mis mejores jugarretas. Pero, más encima me fregó … ¡Yo no lo tengo chiquitito!


No todo es siniestro y  oscuro entre los policías, este relato muestra que es uno de los escapes de la terrible realidad en que viven rodeados. Sus fiestas son divertidas, hay cantantes de tango, cuenta chistes, imitadores; claro, esto no sale de las puertas de los Cuarteles. Son seres humanos que sienten, que lloran, pero deben colocarse una careta de duros para efectuar su tan ingrata tarea.


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