Cada noche cuando la luna salía a pasear,
le tejía estrellas en la madrugada sin poder soñar.
Melosas tardes de otoño,
susurraba el viento al hechizar.
El faro del puerto,
vigilaba el misterioso mar.
Gobernaba la luna en el firmamento,
el lúgubre invierno se retrasaba una eternidad,
estaba fabricando estrellas,
en el abismo de su soledad.
Las noches invernales contemplaban al escuchar,
la dulzura de las lágrimas como perlas,
que derramaba al despertar.
Brumosos están vuestros ojos, princesa,
¿cuál es vuestra dulce tempestad?,
dijeron las estrellas,
que en la tenebrosa noche no podían brillar.
Vos que fuisteis caballero que cabalgaba al anochecer,
cuando la inmensa bola de fuego soñaba escondida entre montañas.
Vos que dibujasteis estrellas,
que fueron borradas con el paso de inviernos.
Cada noche a lo lejos se os ve cabalgar en el viejo y tímido firmamento.
¿Dónde estáis caballero?,
¿Perdido en el lejano horizonte?
No temáis valeroso caballero,
os iré a buscar hasta la última estrella del interminable firmamento,
más allá de donde los sueños pueden alcanzar.
Cuando el desaliento me pida volver,
os encontraré.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales