Crei que me moria en este pueblo en el que nunca pasa nada, viviendo en casa de mis padres con 40 años. Lejos de hombres, lejos de la marcha. Rogaba cada noche, en mi vacia cama, por una solucion subita y sin esfuerzo a este callejon sin salida. La encontre, cuando y donde menos la esperaba: comiendo los tres juntos, a mediodia, alce la vista del plato y los vi, creo que por primera vez en toda mi vida; presentes,felices de tenerme con ellos, charlando conmigo como con una amiga, compartiendo risas y preocupaciones, pidiendo mi opinion en todo momento, contandome los pequeños sucesos cotidianos de sus vidas. Una vida que es la mia y la cotidianidad, eso es. La madurez, mi madurez acompañada por mis pafres, aun jovenes, y la de ellos, que se dirige hacia la tercera edad, jalonada por mis cuidados y mi presencia.
La vida no eta aquello que creia;la vida es esto.
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