El niño ya se había dormido hace horas y yo estaba aburrida. Me había contratado un hombre divorciado, que estaba trabajando con turno de noche, y volvería a las 4 o 5 de la madrugada. Yo estaba aburrida, tenía que esperar a que él llegara y aún quedaba mucho para eso. Busqué un libro para leer y en lugar de eso encontré unas revistas porno. "¡Vaya con el divorciado si parecía un santo!" pensé. Me quedé ojeando esas revistas un buen rato y yo misma me sorprendí de lo cachonda que había puesto. Miré el reloj: 2:45. Tenía tiempo de hacer lo que no debía pero cogí un bote de desodorante de mi jefe, que volvería en unas pocas horas, y que tenía una forma similar a la de un pene y me masturbé con él. Era bastante grande pero eso lo hacía mejor. A las 3:00 yo aún seguía bailoteando con el desodorante y la falda subida y la ropa interior en mi bolso y a las 3:00 fue cuando llegó mi jefe, una hora antes y yo sin percibirlo hasta que me habló.
-¿Quién te ha dado permiso para coger mi desodorante?- me dijo en tono autoritario pero en su sonrisa y su mirada enviaba otra señal.
-L...-intenté disculparme pero no me salían las palabras. Oh dios mío, va a denunciarme, no me va a pagar. Mi coño estaba contraído contra el bote ante la sorpresa que me había causado el dueño del botecito.
Giró la cabeza y abrió mucho los ojos, preguntándome de nuevo quién me ha dado permiso para coger sus cosas, sobre todo cuando estaban escondidas.
-Yo sólo buscaba un libro y usted vendría a las 4-le supliqué.
Sacó el desodorante bruscamente de dentro de mí y me dijo que iba a pagar por ser tan rebelde. Sonaba enfadado pero su pantalón señalaba su excitación así que aproveché y lo besé. Él abrió mucho los ojos otra vez, parecía más calmado pero como no dijo nada me intenté disculpar de nuevo, hasta que él me devolvió el beso. La tensión en el ambiente había desaparecido pero no se podía decir que estábamos tranquilos. Aun seguían nuestros labios unidos y permanecieron así unos minutos hasta que me tumbó sobre el sofá rojo en él que yo estaba antes con un desodorante que ya había olvidado.
Lo detuve:
-Tiene que descansar para mañana llevar su hijo al colegio-susurré-. Por la tarde podemos quedar mientras él está en tenis para hablar sobre lo que me debe por cuidarle. Y me encantaría volver a cuidarle otro día que usted lo necesite, es un buen chico.
Él se despidió con un beso en los labios y un dedo en mi coño que después chupó.
-Estoy deseando volver a verla para acabar lo empezado-me aclaró.
Ambos sonreímos maliciosamente y yo me fui a casa. Creo que no fui la única que se masturbó en la cama.
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