Gimnasio

Siempre he tenido un cuerpo natural espectacular: piernas largas, cintura pequeña, senos medianos y unas nalgas que predominan por sobre todo. Cumplidos mis 18 comencé a hacer gimnasio, iba todos los días usando ropa nada provocadora ni ajustada a mi figura. Mi entrenador personal era Luis, un hombre musculoso y divertido que, aunque era atractivo, no me gustaba nada, nunca me han gustado los hombres con demasiado músculo ni con tanto cuidado personal como él. 

Pasaron algunos tres meses y mi cuerpo lucía cada vez mejor; un día llega Luis y me dice que un nuevo entrenador me ayudará porque el tendría que salir de viaje por un par de semanas, al presentármelo quede fascinada, ¡que hombre!. Miguel era guapísimo, con una sonrisa que deslumbraba, fuerte y un cuerpo me derritió al instante, al contrario de Luis, este si era varonil y muy atractivo. Le sonreí y fuí correspondida con un apretón de manos que deseé que fuera en otra parte de mi cuerpo. La jornada siguió de manera normal, con la diferencia de que yo no podía dejar de fantasear con sus brazos, sus manos, TODO EL. Al llegar a casa no podía dejar de pensar en ese hombre, me quite la ropa y me metí a la bañera, mi imaginación me hacía verlo junto a mi y antes de darme cuenta mi respiración estaba acelerada y mis manos estaban recorriendo mi cuerpo, metí uno de mis dedos en mi vagina mientras con la otra me acariciaba mis pezones, tuve un orgasmo riquísimo pensando en él.

Al día siguiente me levante de la cama más temprano que de costumbre y me dirigí a un centro comercial que esta a pocos minutos de mi casa y compré ropa de gimnasio provocativa y que realzara mis atributos naturales que después de unos meses de ejercicio estaban mejor que nunca. Estaba ansiosa porque llegara la hora de ir a hacer ejercicio y el día se paso lento