Compartíamos todo y compartíamos nada
Y ahí estaba yo, casi anexada a tu silueta
casi adueñandome de ella...
Compartíamos la cama, compartiamos la almohada;
compartías con mis sentidos tu aroma...
¡Tu aroma!
Ese aroma que me sosiega de una manera inexplicable,
ese aroma que resguarda la clama, la ternura, la vida...
Ese que me brindas cuando me abrazas,
ese que me brindas en tus arrebatos;
desafiando a la poca razon que aun me queda,
cuando atentas contra las barreras del espacio.
Y ahí estaba yo, compartiendo contigo mi desvelo
compartiendo contigo todos los sueños
que voy construyendo cuando te veo...
¡Sueños!
Esos sueños donde tus ojos claros me invitan a desnudarlos,
esos sueños donde mis delirios dan rienda suelta en tus labios...
Esos sueños tan míos y anhelados
esos sueños llenos de esperanza por no ser juzgados;
desafiando a la poca razón que aun te queda,
cuando atento contra las barreras de tus tinieblas.
Y ahí estaba yo, perdida entre tu melena,
casi deseando que nunca amaneciera...
Compartíamos la cama, compartíamos la almohada,
compartía, con nosotras, sus primeros rayos el sol de la mañana,
entonces entiendo que en mi realidad estabas dormida,
y que yo en tus sueños no existía...
Margarita
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