LOS ANALES DE MULEY(3ª PARTE)(8)
Por YUSUF AL-AZIZ
Enviado el 24/02/2016, clasificado en Varios / otros
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Viví tiempos de autarquía
sin miedo a la represión,
a la libre expresión
y a exponer pensamiento;
me parecía pura ficción
pero así lo cuento.
Se acabó la dictadura,
su poder dictatorial,
su águila y su señal,
todo fue a la deriva
con su barco infernal
donde la aflicción iba.
Volvieron las libertades
y los fantasmas de antaño
bajaron ese peldaño
que nos lleva al inframundo;
tal vez lo vea extraño,
pero siento otro mundo.
Y viví en democracia
con sus valores humanos
y cogidos de las manos
dimos gracias al cielo
por volver a ser hermanos
y mostrar nuestro anhelo.
Volvieron los valores
que los humanos llevamos
y con respeto avivamos
su carácter indeleble,
antaño los movíamos
como un frágil mueble.
Se vivía sin miedo
y se desterró el terror,
aparcamos el te temor
la cuita, la sinrazón;
nos quedó algo de rencor
sumando mucha aflicción.
Vivo muy extasiado
en mi tercera edad
porque vivo la verdad,
por fin se hizo justicia
en la España de maldad
sin ninguna malicia.
Es un mundo de alegría,
más la vida va pasando,
yo la voy disfrutando
en mi longeva arboleda,
pero aquí sigo soñando
en el tiempo que me queda.
Vivo en otra España
que trota hacia el frente
con claro sol naciente
buscando su resplandor,
su aflicción es su aliciente
y su orgullo el amor.
Es la tercera España
pelegrina y pujante,
curiosa y flamante
que va abriendo camino
como dócil caminante
que se acerca a su destino.
Vivir así es delicia
intentando olvidar,
más sin dejar de pensar
en el reciente pasado
es manera de guardar
nuestro insigne legado.
La muerte me llegará,
pero no es el momento
de avivar el sentimiento,
sino de sosiego y calma;
tengo el suficiente talento
para aliviar mi alma.
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Aquí estoy, sentado,
en mi frondosa arboleda
donde el clamor se queda
y el alma se serena,
donde la memoria rueda
y se diluye la pena.
Soy hombre taciturno
que adula esta vida
y con mirada perdida
todo se le hace eterno,
y con mente confundida
piensa en el infierno.
Sosegado y tranquilo
el tiempo veo pasar,
los vientos quiero calmar
y bendecir mi suerte,
al cielo quiero mirar
pensando en la muerte.
Al árbol centenario
lo admiro y respeto,
en su sabia me meto
y navego por su río
aduciendo un reto
para que surque mi navío.
Va estivado de recuerdos,
de sueños y añoranzas,
de tétricas esperanzas
y deseos olvidados,
va cargado de sus lanzas
de picos envenenados.
Porque la vida te calma,
te hace sabio embustero
y eterno viajero
por un mundo tan oscuro
siendo un buen arriero
para alcanzar el futuro.
Me agarro a sus ramas,
en su sombra me cobijo
y parezco un vil mendigo
luctuoso y harapiento,
más la luz viene conmigo
fluyendo mi sentimiento.
Tétrico de añoranzas
por mi arboleda paseo,
en sus árboles me recreo
y muestro mi lealtad,
me siento como un reo
que odia su libertad.
Respeto a los cipreses
con su mirada al cielo,
con sus hojas al vuelo
y semblante verde oscuro;
su sombra es consuelo
de fruto bien maduro.
Elevan sus copas al éter
mostrando grandiosidad,
realzan su libertad
y miran al infinito,
henchidos de humildad
parece todo un rito.
Me refugio en la sombra
de mi vieja arboleda,
su aroma me enreda
y cabizbajo camino
como una débil rueda
que ha perdido su destino.
Es tiempo de añoranzas,
de evocar lo atrás vivido
sin dejar nada en olvido
y pensar con claridad,
de añorar lo perdido
llorando con lealtad.
Todo se ha detenido
en mi efímera vida,
mi alma esta afligida
y bajo va sollozando
un adiós de partida
con llanto que va ahogando.
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