HISTORIA DE COSAS IMPOSIBLES

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Como un guion improvisado. Se le antojaba alto, hombre complejo en sí mismo. Con mirada que hablaba sin palabras. Iniciados sentimientos impropios. Compañeros, visión diaria de ambas figuras. No, bastante inapropiado, valga la redundancia.

Se buscaban con la mirada, segundos fugaces que hablaban por sí mismos, que decían muchas cosas obviando la brevedad. Excitación, deseo, ansias de lo desconocido.

Aprovechaban conversaciones banales para escuchar sonidos mutuos. Habitación 201, ahí comenzó todo. Bendito y Maldito Saramago. 29 de Noviembre.

Ella se prepara, no recuerda haber estado tan nerviosa desde hacía mucho. Expectación, incertidumbre resumidos en ella. Lo encontró rápidamente con la mirada mientras él descendía la calle en dirección hacia ella.

De nuevo, otra reseña literaria: Gabriela, clavo y canela. Situación complicada, él comprometido, ella ansiando más de alguien del que no había obtenido nada aún. En seguida se dio cuenta de todo, él nunca le daría nada más que eso; encuentros furtivos, escondidos de miradas inoportunas, recuerda.

Buen sexo, pasión como pocas veces había tenido. Notaba como el alcohol corría por sus venas, empezaba a causar estragos en ella. Desinhibida, toda ella, sin tapujos, sin figuras. Cuerpos desnudos, sexo en su estado más puro. Despedida fría, no hubo abrazos, no mensajes de anhelo, sin perdones ni disculpas.

Durmió sola en su cama, nunca le había ocurrido nada así, habitualmente era ella la que huía. Pronto se dio cuenta, quería hacer una excepción: no quería dormir sola. Aunque la realidad la invadió, la persuadió con su frialdad habitual en estos casos.

Lo tuvo claro, se palpaba en el ambiente un notable conformismo de sensaciones.                                                                                       De nuevo se encontraron, en un pueblo perdido. No tenían hambre, anhelaban raciones de ellos mismos, cuales han estado sin comer durante días, hambrientos de piel, saliva, sensaciones y sentimientos encontrados. Lo obtuvieron sin preguntas, sin recibir nada a cambio más que lo mismo que ofrecían. Era suficiente por el momento, no precisaban de más que lo obtenido en ese momento, sin mirar atrás, sin mirar hacia delante, miradas que no veían, exploraban. Escudriñando cada rincón de sus cuerpos, volvieron a quedar saciados. La ciudad a sus pies. El fin del mundo se anhelaba en minutos, apuntaba ella.

Camina como una gata… así comenzó su adiós, dura y fría despedida. En ella se relataban aspectos de ella, que no creía haber revelado, cómo podía conocerlos él en apenas unas horas de conversación y más que aceptable sexo, se preguntaba.

Ruido de aviones, gente que partía a destinos inciertos observaba ella. Empezó a ponerse nerviosa, nueva sensación, no. Sensación ya conocida desde que él apareció en su vida. Presentía sin saberlo que él estaba cerca. Su corazón latía más rápido, taquicárdico, hubieran dicho ambos. Estaba en lo cierto, nueva despedida hacia destinos separados, convirtiéndose un habitual en ellos eso de los reencuentros y despedidas, esta vez no previstos ambos.


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