Las apariencias engañan

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Siempre se sentaba en el mismo banco,de la misma plaza a la misma hora. Contemplaba a la gente como andaba de un lado a otro con el móvil,o simplemente escuchando sus pensamientos. Decidió ponerse en pie y acercarse al lado de una oficina importante de la ciudad. Pronto sería la hora de salida. La anciana,esperó poco rato. De repente,las puertas se abrieron y decenas de oficinistas salieron. La mayoría esperaron en la puerta encendiendo un cigarrillo que habían sacado del bolsillo de su chaqueta. Un hombre con la ropa rota,con el pelo alborotado y con la cara manchada,se acercó cojeando a la multitud. Los trabajadores de la sucursal se apartaron de su camino lanzándole miradas despectivas. El pobre hombre avanzó y desapareció de la vista de todos.

El tráfico era abundante y la anciana decidió pedirle a un oficinista que le ayudase a cruzar la calle. El hombre aceptó y confiando en la señora,le ayudó a cruzar. 

Tras haber avanzado por el paso del zebra,la mujer se despidió de él sonriéndole y el hombre volvió a su oficina.

La anciana se paseó por la calle,con una billetera llena de dinero en su mano derecha.

 

Las apariencias engañan© J.R.Aguilera


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