Despertar de los sueños al mundo real, pensar en vidas vividas que no existieron jamás.
Mirarse al espejo con ojos cansados extrañando soñar, buscar energía imaginándose un día que nunca será.
Correr a causa de trenes que tardan si llueve en océanos de gente que nunca miran al pasar, observar el ganado que pasta en campos inmensos de metal.
Salir del laburo y ver el preludio de una tormenta que se acercará. Ver los lienzos del mundo ser pintados por un gris de obscuro crispar.
Mirar la carrera que emprenden las gotas en vidrios de rotos reflejos de tristes semblantes, pensar en la lluvia y en su sonar soledad en gotas de lluvia que aplauden contra un lejano mar.
Caminar en la lluvia y detenerse a admirar los ríos de cruel desnivel, saber que no hay barcos que los surquen cuando no hay niños con papel, y entonces oler los recuerdos de lluvias de nuestra niñez.
Sentarse en el sillón a tomar un café, mirar el mítico fuego arder otra vez, sentir el sueño golpeando el portal, volver al mundo donde todo es ideal...
Para mañana despertar a la rutina del rechazado mundo real.
Soñar.
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