Estoy sola.
Al principio éramos muchos. Y hablábamos.
Hablábamos todo el día. Caminábamos sin pausa. Pasamos por montañas, praderas, desiertos,... y luego se fueron. Desaparecían, lentamente, sin que nadie supiera como. Y ahora sólo quedo yo. Siempre me han dicho que debo encontrar a La Bestia, que ellos me acompañarrían. Siempre.
Pero ahora no están. Se han ido y he de luchar yo sola.
Sigo las huellas. Al principio apenas eran visibles, una sutil marca en la arena. Pero ahora se ven mejor. Sólo tengo que seguirlas, para ganar la última batalla, o morir en el intento.
Los árboles dan miedo. Se ha hecho de noche mientras caminaba y ahora tengo miedo. Mucho miedo. Y estoy cansada. Muy cansada.
Pero no voy a detenerme por eso. No puedo. No cuando estoy tan cerca de mi destino.
Tengo miedo, estoy cansada y sola. Y no sé qué hacer. Tengo que seguir, me digo mientras obligo a mis pies a moverse. Casi sin darme cuenta, me caen dos lágrimas por las mejillas. También estoy triste. No sé por qué, pero es así.
Estoy llegando. Lo noto. Ella esta cerca. La Bestia.
Voy a ganar. Voy a matarla. No tengo otra opción.
Llego a un claro en el bosque. La suave luz de la luna lo ilumina todo. La Bestia esta aquí. Pero no la veo.
Ahora si que tengo miedo. Y estoy sola. No se por que pero ese pensamiento se repite una y otra vez en mi cabeza. La Bestia ataca. No se como lo sé, porque no puedo verla, pero lo sé. Sé que me rodea, esta en todas partes y en ninguna, de modo que no sé si realmente existe, si realmente mi existencia tiene algún sentido.
Voy a perder. Estoy segura. Voy a morir.
Me dejo caer hasta el suelo, agotada. Todo esta borroso. No puedo vencer. No yo sola.
Pero entonces aparecen ellos. Salen de todas partes, de entre los árboles y se acercan a ayudarme. Trato de advertirles de la presencia de la Bestia, de decirles que no se aceholarquen más, pero no me hacen caso, o quizás es que no me sale la voz. Dejó que se acerquen, que me ayuden, que me curen. Y entonces lo comprendo todo.
Abro los ojos y miró a la Bestia, aunque no puedo verla realmente. Pero sé que esta ahí. Alargo una mano, como si la acariciase. Ella no me ataca. No puede. Porque no estoy sola. Porque ellos están aquí, conmigo. Y entonces sé que nunca me abandonaron. Que siempre estuvieron a mi lado, aunque no los viese. De repente la Bestia desaparece. Sonrío.
He ganado.
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