El Inspector Carrados y el Asesino del Gato. (1/2).

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–¿Ahora qué, Jefe? –Preguntó el joven detective.

 Carrados estaba demasiado abstraído para prestar atención a su ayudante.

 

 Estiraba el arrugado papel con una gran mancha roja, apenas se leía; en rojo también dos palabras: Ovillo y más abajo el signo #.

Su mirada se perdió en los árboles del Cerro Santa Lucía; su rostro pétreo fue acariciado suavemente por su mano. El ring ring del teléfono del departamento sonó y lo sacó de su profunda reflexión.

–Es para usted Jefe, el Fiscal… –Pocas palabras bastan entre ellos.

–Sí señor, … Otra nota, sí … la misma firma, papel manchado con sangre, probable de la víctima… Sí, señor, se retiró el equipo del Sitio del Suceso… A sus órdenes. –Con un suspiro, cortó. Su ayudante, el Detective González, por primera vez lo escucha suspirar en el par de años que trabajan juntos.

 

 Tercer asesinato que investigaba, con la firma de un aparente desequilibrado mental. Degolló a un  ejecutivo de una conocida línea aérea comercial, Roberto Escalona, un señor de  55 años de edad según, su carné de identidad y un misterioso papel ensangrentado con una palabra y un signo #.

 –Hagamos una recapitulación de los hechos. –Su voz profunda mostraba cierta molestia.    

 –Hace tres semanas apareció el primer cadáver,  un señor José Ferreira, retirado del Banco, ex  Agente en varias sucursales;  separado de su esposa, sin hijos; degollado como estos otros dos. El loco  le dejó un papel tamaño carta, sin huellas,  usó guantes quirúrgicos, y manchado con la sangre de su garganta, escrito con tinta roja de una impresora que los peritos están demorándose mucho en informar, por razones obvias.

 Carrados, siempre con su barbilla tomada, mirada perdida entre los paseantes del cerro.

–Las  palabras decían PLATA y su rúbrica el signo # . Preguntas: ¿Le debía dinero la víctima, lo estafó? …–

–El segundo  cadáver,  también de 55 años, muerto el día lunes al mediodía, como el anterior; estaba solo, su esposa e hijos salieron de la capital, don … –Examinó una libreta–  Alberto Plaza, no el cantautor, un  alto empleado y jubilado de la  Casa de la Moneda, experto en acuñar monedas.

 

El joven espió a su superior jerárquico, quien seguía mirando los árboles.

–Degollado y con su propia sangre empapó una hoja carta que tenía escrito en rojo la palabra ÍCARO y # –Agregó el Detective.

La voz profundamente grave del Inspector Carrados lo hizo callar, casi con un sobresalto.

–Esa es la cuestión: aparentemente… ¿Qué los juntó en vida?... Pero el problema es otro… ¿Quién será la próxima víctima?  Creo que cada palabra es para indicar a quien matará.

–Mmmmm…, déjeme ordenar esto. –Continuó–  La primera víctima, José Ferreira ex ejecutivo bancario y el papel ensangrentado con la  palabra PLATA.

El segundo asesinato, Alberto Plaza, acuñaba monedas y la palabra ÍCARO.

Y el tercero, Roberto Escalona de una compañía aérea, con la palabra OVILLO…

El investigador guardó silencio durante varios segundos.

 

– Señor González, creo saber que indican las primeras dos palabras: PLATA  e ÍCARO, pero no sé qué diablos es OVILLO  y … ¡Hay que apresurarse con la solución de este dilema.

–¿Cree que el orate seguirá asesinando?

Su acerada mirada cayó sobre el ayudante.

–Sí, desgraciadamente. Pero, ¿A quién?

–Hemos revisado todo, …    deportes, nos falta ver los colegios y universidades. Pudiera surgir una conexión.

 González movió sus labios como queriendo chuparlos.

 –¿Cree que hay que revisar su pasado?

 

–Colega, examine, todo es simbólico… Plata, ícaro, ovillo,  y… gato.

 

–¿Gato? ¿El signo gato?.

–Sí, el asesino  es el gato y nosotros las ratas. Está jugando con nosotros.  En cada homicidio nos deja una pista del siguiente.  OVILLO ¿Qué idea le da?

–Señor, se me ocurren sinónimos: líos, madeja…quizás cuántos otros.

 

 –No, no es cualquier cosa… El loco es preciso. Observe, el primer asesinato, palabra PLATA, después mató a  un acuñador de monedas, aun cuando…. puede tener otro significado. Continuemos repitiendo, el segundo cadáver,  ÍCARO…

 –Estoy especulando –continuó–, pero… vamos a revisar  un detalle importantísimo. Todos tenían la misma edad, 55 años… Bien, hay que investigar colegios, universidades, etc. …donde hayan estado estudiando.


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