D3 era una “normal”, sus técnicas de lucha son como las de cualquier otra persona pulida en un campo de entrenamiento: nada fuera de lo normal. Sus movimientos son ligeramente torpes y titubea a la hora de intentar alcanzarme con el palo. Es como si tuviese miedo a hacerme daño, supongo que será porque no sabe si soy “normal”, “un experimento” o una “fuera de clase”.
Sin saber por qué ni cómo, mi cuerpo esquiva con una agilidad excepcional sus golpes. Es como si algo tomase el control y yo solo observase. Intenta alcanzarme con el palo dirigiéndolo con mucha fuerza hacia mi cabeza y de repente doy un salto de unos tres metros de altura y al bajar doy varios giros sobre mí misma y le asesto una patada en el cuello con una fuerza sobrehumana. Salió disparada dando dos volteretas hacia la izquierda y golpeándose la cabeza contra el suelo con mucha potencia. Se levanta con dificultad y me doy cuenta de que tiene un hombro dislocado y por la frente le cae mucha sangre. Me asusto y voy a correr hacia ella.
-No… no vengas. Esto no ha acabo niñita. No necesito tu compasión. No creas que todos aquí son tan débiles como yo. No te enfrentarás a más normales, por ahora subes a la categoría de “experimentos”. A ver si mañana tienes tanta suerte.
-Lo siento. Yo no quería luchar, no debiste…
-Cállate. Mañana te enfrentarás a D12 y a D20. Ah, y dormirás aquí, así que estate atenta, porque pueden venir a cualquier hora a partir de las 6 a.m.
¿Qué?, joder, necesito descansar.
-¿Por qué tenemos que luchar entre nosotros? ¿No sería más inteligente unirnos y huir todos? No tenemos que hacer lo que nos dicen. Seguro que los fuera de clase son lo suficientemente fuertes como para irnos y estar a salvo.
-Aún te queda mucho por aprender… -Se acerca a mi lado y me susurra al oído algo que me deja sin palabras.
Eran las 7 a.m. cuando oí la primera explosión. Mis oídos pitaban como si una granada aturdidora me hubiese cogido de lleno. Me levanté torpemente y busqué el origen del estruendoso ruido. D20 estaba justo enfrente de mí. Era un hombre de mediana edad, tan blanco que parecía alvino, sus ojos eran grises, te hipnotizaban. No podía moverme. Oí otra explosión y caí al suelo. Me quedaba sin fuerzas. Otra vez mi cuerpo empezaba a arder y perdí el control, volvía a ser una observadora. A mi izquierda D12 se acercaba con una sonrisa escalofriante. Hasta entonces no me había dado cuenta de que era D20 el que estaba ejerciendo un control sobre mi sentido auditivo, manipulando mi equilibrio para que no pudiera moverme. Otra explosión. Esta vez mi cuerpo se mantuvo en pie, ni siquiera titubeé. Vi como el semblante de su rostro cambiaba de satisfacción a confusión.
D12 sólo observaba, por lo que decidí ir a por D20, que daba unos pasos atrás al verme caminar hacia él. Mi brazo derecho se elevó solo y la palma de mi mano se abrió en su dirección. Dejó de moverse.
-D12 ayúdame, no ves que no es una normal, que es una fuera de clase, ¡ayúdame joder! – Estaba desesperado. Yo estaba disfrutando con todo esto.
-Solo déjame ver hasta dónde es capaz de llegar – Le dijo D12 con su particular sonrisa.
Y mi mano se cerró suprimiendo la respiración de D20, que parecía estar asfixiándose. No sabía que era capaz de hacer eso, aunque no sabría decir si soy yo la que lo está haciendo. Sigo sintiendo que algo está tomando el control. De repente escucho un susurro en mi cabeza.
-“He regresado… acabemos con él”
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