Ardiente

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Diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres... Se miraron a los ojos y pararon. Tres centímetros separaban la boca de Erik de la de Karen. La chica abrió la boca y exhaló su aliento sobre él muy suavemente. Erik tomó aire y se embriagó con el dulce aroma de su aliento.

-Tócame -dijo Karen susurrando-, pero hazlo suavemente.

Erik, con una mano temblorosa, comenzó a rozar el lóbulo de la oreja derecha de Karen, y bajó lentamente por la mejilla, el cuello y el pecho. No pudo evitarlo; tiró de la copa suavemente dejando su seno al aire. Bajó la cabeza y comenzó a jugar con el pezón, lamiéndolo suavemente, mientras su mano se abría paso a través de la goma de sus braguitas. Karen abrió las piernas suavemente mientras sacaba el pecho hacia afuera. Erik acarició suavemente el clítoris mientras notaba la mano de la chica acariciando su pene, por lo que no tardó en introducir los dedos. Se extasiaba cada vez que Karen gemía en su oído, y le costaba relajarse, por lo que la tomó con cierta brusquedad y la tumbó sobre la cama. Suavemente, pero con decisión, le quitó las bragas y se tumbó sobre ella. Karen, sabiendo lo que iba a ocurrir a continuación, abrió las piernas y las levantó. 

-No pares -pidió suavemente Karen.

Erik se movía lentamente, pero con intensidad. De vez en cuando aceleraba el ritmo, pero Karen no tardaba en pedirle que lo hiciera más lentamente; le gustaba disfrutar.

La chica comenzó a dominar colocándose encima y colocando las manos de Erik sobre sus pechos. Movía la cintura adelante y atrás, cerrando los ojos y sintiendo cada uno de los movimientos. Karen echó su cuerpo adelante y sus pezones rozaron el torso de Erik, que sonrió al gustarle la sensación. Con decisión, con la mano izquierda agarró un pecho y con la mano derecha tomó su nalga, mientras movía la contura hacia arriba; ahora era Erik quien dominaba. Ladeó la mano suavemente, acercando los dedos al ano de la chica, e introdujo un dedo mientras movía las caderas rápidamente; arriba y abajo.

-Más fuerte -exigió Karen, mirándolo fijamente.

Los movimientos de Erik se volvieron más agresivos, casi violentos, pero no parecía que aquello desagradara a la chica; más bien todo lo contrario. El dedo corazón del chico seguía jugando dentro del ano de Karen mientras que, con la mano izquierda, exprimía el seno y lo moldeaba. Karen apenas podía aguantar los gritos de placer, así que se entregó al desenfreno y gritó, arañándole el pecho a Erik. El chico, a su vez, estaba a punto de terminar y Karen, viéndolo venir, se acercó a su oído derecho y susurró:

-Córrete.


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