Las clases huelen a sexo (parte 3)
Por Hebe
Enviado el 16/03/2016, clasificado en Adultos / eróticos
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El despertador rompía el silencio de la casa, Carmen abrió los ojos, al principio no quería salir de su letargo, tras unos minutos en la cama, unas pisadas se comenzaron a oír por el pasillo y llegaban hasta su habitación, la puerta que permanecía entreabierta se abrió un poco más, tan solo unos centímetros, era su perra, la que irrumpía allí para que su paz y tranquilidad fueran perturbadas.
- ¡¡CATA, no me chupes!!- dijo Carmen limpiándose la cara, para acto seguido tirar de las mantas y desarroparse.
Sin más, se fue a la cocina, para prepararse el desayuno, con un café entre las manos vería todo con otros ojos, mientras, buscaba en la mesa el tabaco recordó todo, el sueño que había tenido. Y sus bragas volvían a mojarse.
En la otra punta de la ciudad, David buscaba sus zapatillas con la mirada por la habitación, se levantaba de la cama, subió la persiana de la habitación para que entrase más claridad a la estancia.
Avanzo por el pasillo, hasta la cocina, el café estaba hecho y aún caliente en la cafetera, tras tomar una taza entre sus manos.
Su mirada volvió a la pared contraria y en el reloj puedo observar que su tiempo de reflexión llegaba a su fin, pues en una media hora debería estar en el instituto, volviendo sobre sus pasos llego a su habitación, allí se vistió y salió de casa a toda prisa.
Al llegar a su aula, la puerta estaba abierta y su tutor dentro, con un pequeño taco de notas, según entraban les daba el boletín y los papeles para la matricula, al llegar a su altura el profesor se dirigió hacia él, - aquí tienes, espero que veas que mereció la pena, estudiar en verano - Cogiendo aquel folio que su profesor le tendía, y con voz incrédula dijo – Pero, si he aprobado todas –
Su profesor puso cara de satisfacción pues la charla que mantuvo con él a final de curso había traído frutos para ambos.
Con una sonrisa de oreja a oreja, salió del aula, no le dio tiempo a torcer el pasillo, cuando vio a su profesora, que salía de uno de los baños de profesores, al vislumbrar al final del pasillo la cabeza de su alumno, se paró y puso una cara de satisfacción, pues pensaba que ya no lo vería hasta el inicio de curso, pero no se le escapaba le tenía delante y no podía volver sobre sus pasos, la profesora cruzo sus brazos, debajo de sus senos, los cuales se vieron aún más realzados, el chico se acercaba con cara de disimulo, en su cabeza pensaba en dar los buenos días y seguir como si nada, pero eso no sería tan fácil, pues la cuarentona no le dejaría marchar así como así.
- Contigo quería hablar
- Pues tú dirás
- Vamos a mi despacho, las paredes escuchan y nadie tiene porque enterarse
- Esta bien, pero que sea rápido debo dejar la matricula en secretaria
- Por eso no te preocupes, si se alarga, siempre puedo dejar tu solicitud yo personalmente
Al ver que no tenía escapatoria y ver que ella comenzaba a andar hacia delante, la siguió, ella abrió la puerta y tras pasar cerro con llave.
Aquello pintaba mal, sabía que algo serio se cernía sobre su cabeza, ella se sentó en su sillón delante del chico, abriendo antes la ventana y buscando un cenicero que tenía guardado en un cajón, encendió un cigarro y tiro el paquete encima de la mesa del despacho, ofreciéndoselo al chico, viendo el cariz que tomaba la situación, alargo la mano y acepto.
- Sabes perfectamente, el motivo de porque esta conversación tiene lugar, quiero que me dejes hablar sin interrupciones. Y espero que lleguemos a un acuerdo.
- Está bien, dime
- Pues evidentemente, no puedo pasar por alto el hecho de que hace unas semanas me encontrase con una visión que no es correcta en el centro, te encontré a ti con otra alumna encima de una camilla haciendo practicas inapropiadas para aquella aula y como puedes comprender no puedo dejar que esto quede sin amonestación. Aunque siempre podemos llegar a un acuerdo
- ¿Y qué me propones?
- Fácil, te ofrezco dos opciones; ahora debes elegir tú, la cual creo que no te gustara mucho, que es avisar de este hecho a jefatura, con la consiguiente sanción y la otra sería más para el anonimato, y es que como sabes llevo separada bastante tiempo y no encuentro a un hombre que me satisfaga plenamente y mucho menos que me excite tanto como tú el otro día con tan solo verte.
- Vale, ya se por dónde vas. Pero si accedo quien me dice que no me harías chantaje durante todo el curso, para que cada vez que te apetezca no me reclames
- Pues, en ese caso deberás confiar en mi,
- Esta bien, ¿si accedo a ello el castigo lo pagare solo yo o también deberá pagar ella?
- Pues la verdad, que no me gustan las chicas, ella se salvaría
- De acuerdo, pero con esa condición, tu pon tus normas yo las mías si no, no hay trato y creo que te interesa más que acceda a que me sancionen. ¿Y cuando he de pagar?
La profesora se desnudó en ese instante indicándole que ahora mismo, mientras hablaban ella se estaba poniendo malísima de lo excitante que se le hacia el hecho de que tenía la sartén por el mango, se quitó la blusa y la falda, no llevaba nada debajo, en ese instante ella se abalanzo sobre el chico, y desabrocho sus pantalones buscando en el interior de sus calzoncillos para encontrar aquello que deseaba tanto, una vez que lo encontró, y vio el pene del chico le pareció más jugoso que en el sueño y como hacía mucho que no tomaba uno de esos para desayunar comenzó a lamerlo suave al principio, para ir acomodándole a su boca, tenía la mitad dentro de su boca, cuando el chico puso sus manos sobre el pelo de la mujer, aquello la puso más y siguió con el festín que tenía entre sus fauces, mientras gemidos de placer se escapaban por la garganta del chico, ella quería que eyaculase rápido para que aquella herramienta estuviera en su interior.
- Dame lo que quiero, quiero la leche de un jovencito para mí, ummm
El chico se aferraba a sus cabellos y en un instante la aparto de él, se levantó y ella poniéndose de rodillas en el suelo abrió la boca, sabía lo que venía y mirándole con cara de deseo, el descargo su interior en el rostro de la profesora, la cual se apresuraba a lamer con su lengua, no quería que se derramase tan siquiera una gota, cuando el chico acabo se sentó en el sillón, para ella no había sido tan solo el principio se dirigió al miembro medio erecto y comenzó a lamerlo para limpiarlo y que volviera a erguirse para continuar.
El teléfono del despacho, comenzó a sonar, no quería cogerlo, pero sabía que era de dirección debía cogerlo o alguien iría al despacho, descolgó.
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