Hace años vi como uno de los seres queridos se marchitaba, como su esencia y su llama se apagaba para más tarde desaparecer...
Yo sólo era un muchacho, un imberbe, que no comprendía el porque de todo aquello, porque hacía días estaba bien para más tarde desaparecer en una ambulancia y ya no volver.
Aquel verano nunca lo olvidaré, se grabó a fuego en mi retina y no cerebro.
La enfermedad me lo arrebató, un hombre bueno y trabajador que nunca habia hecho daño a nadie, sino más bien lo contrario, no era una hermanita de la caridad pero siempre intentó ayudar al prójimo, a pesar de que había sucumbido a la enfermedad años atrás, nunca perdió la vitalidad, hombre inquieto y luchador.
Su partida fue dura, pues no había forma de ocupar el hueco que dejo, pero en ese momento comprendí que todas las historias que contaban los adultos se bueno y serás recompensado, portate bien etc. Sus propias palabras no eran creíbles, la vida tenía fin, cuanto más bueno se era la vida peor te trataba.
La vida no es como la cuentan y para mantenernos quietos, sumisos y callados inventaron la religión y sus dioses. Cualquiera que me conozca sabe mi convencimiento sobre los dioses y su existencia, pero pocos saben el porqué de mis pensamientos y de mi razonar.
Sólo se que en algún lugar, donde, pues realmente no lo se, esa persona está observando su obra pero no es ninguna deidad sino vuestros seres queridos que desde su recondita estrella allá en el firmamento nos mira y sonríe porque sus pasos, sus enseñanzas no calleron en el olvido.
Que la tierra te sea leve
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales