Había unbosque detrás de su casa, ella lo miraba siempre antes de dormir. Se imaginaba hadas, y gnomos saliendo a jugar por las noches cuando nadie podía verlos. Soñaba con escaparse sin que sus padres se dieran cuenta para poder conocerlos y saber de su mundo. El bosque, era realmente aterrador para cualquiera, hasta la persona más valiente del mundo, podía sentir escalofríos cuando lo miraba fijamente, era realmente sombrío, pero por alguna extraña razón, esa pequeña tan frágil podía sentir cosas maravillosas cuando lo observaba.
Una tarde, estaba jugando en los alrededores de su casa cerca del bosque. Se imaginaba montada en un avión imaginario que iba haciendo subidas y bajas increíbles por el cielo, se veía a sí misma con esas gafas de los pilotos de las avionetas antiguas que había visto en las películas que le gustaban a su padre. Cuando quiso darse cuenta y salío de su ensoñación, se había adentrado en el bosque. Era la primera vez, a su madre no le gustaba que se acercara allí y le contaba historias aterradoras sobre zorros salvajes come niños y jabalís con grandes narices. Ella, miraba a su madre con aire risueño cuando le contaba esas cosas, ya que se imaginaba divertidas ardillas comiendo castañas y repartiendolas a partes iguales con gnomos de grandes orejas, no entendía porqué su madre tenía tanto miedo. Abrió mucho los ojos para poder analizar bien todo aquel entorno que la rodeaba. Se fijó en los arboles tan altos que había alli, pensó que si te subias a la copa seguro que acabarias por encima de las nubes, flores con colores que nunca había visto, todo tipo de hojas secas con castañas que habían caido de los árboles. Se propuso firmemente encontrar a las criaturas con las que tantas veces había soñado, empezó a levantar piedras, miraba dentro de los agujeros de los árboles, removía las ojas con los pies, hacía todo lo que se le ocurria para sacarlos de sus escondites, pero no pasó nada, allí donde miraba no los encontró. Decidió volver a casa ya que se estaba haciendo tarde y no quería que su madre las castigara por su pequeña excursión. Iba mirando al suelo, se sentía triste no entendía porqué no habían salido, ella solo queria conocerlos, jugar y tener amigos nuevos. De repente, miró hacia el frente y allí estaba, era de color del verde de las hojas recién salidas en primavera, esbelta, con unos profundos ojos negros con un aire de amabilidad que no podía explicar, sus alas eran hojas secas, se frotó los ojos para verla bien pero cuando quiso volver a mirar a aquella criatrura, ya no estaba. Era un hada, tenía que serlo, era tal y como la habia imaginado, su corazón se lo decía. Se acercó corriendo al lugar donde la había visto, empezó a correr por los alrededores para encontrarla, pero se había ido. Sin embargo no se entristeció si no todo lo contrario, volvio a emprender el camino a casa con una sonrisa de oreja a oreja, estaba muy feliz. Había aprendido algo, aunque ella, por su corta edad todavía no era consciente. Por mucho que nadie le dijera lo oscuro, extraño, triste o peligroso que era el mundo, ella siempre vería hadas y gnomos.
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