En una ocasión, un jabato ingenuo de jabalí, que no estaba contento con la vida que llevaba con su familia en el monte, se marchó un día con dirección a una aldea de campo, sin que nadie le viera de su camada; metiéndose en la era de una familia de labradores y allí se puso a buscar algo de comida, estando rebuscando, lo vio desde cierta distancia el amo de la casa, que nada más verlo, azuzó el perro, para que intentara atraparlo: creyendo que el jabato saldría corriendo. Sin embargo el jabato en vez de correr, se acostó en el suelo panza arriba, al ver esto, el perro quedó paralizado cuando llegó junto a él, a donde llegó el agricultor poco tiempo más tarde, que tampoco supo cómo reaccionar.
Estando en esta situación, se acercó a donde estaban ellos, el más pequeño de los hijos del agricultor, que nada más llegar, el jabato se levantó y al niño se arrimó, oliéndole y lamiendo sus piernas, como diciendo que quería ser su amigo, viendo esto el niño lo acarició y con él para la casa se marchó, caminando el cerdito detrás de él, como si fuera un perrito. Les siguieron el perro y el agricultor, que no daba crédito a lo que veían sus ojos. No obstante, así era y luego el jabalí no dejaba de andar detrás del niño y este no paraba de decir que el jabato era suyo.
Pasó el tiempo y el jabalí no dejaba de crecer, estando junto al niño, siempre que este tuviera tiempo libre para atenderlo, cuando era así, los dos jugaban como dos camaradas y si no, el jabalí se quedaba en su pocilga comiendo de la comida que la familia le daba.
Pasaron los meses, después un año, mientras que el niño con su jabalí, no dejaban de jugar a los mismos juegos de siempre, pasando la misma vida de costumbre, hasta que el jabalí al pasar unos años más, el pobre murió de muerte natural, con la tristeza del niño, ya un adolescente, pero es ley de vida, que un día tiene que terminar. Y colorin colorado.
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