Un amigo me contó una historia de un vecino, ya fallecido, de la que fue testigo cuando era un niño, hace más de 50 años. Que a mí me dejó asombrado: preguntándome al oír su relato; ¿cómo puede haber humanos tan desalmados en este mundo?
Resulta que me relató, que en aquella época en su pueblo lo que más existía eran burros de carga y tenía un vecino que castigaba de manera brutal a su burro. Al que cargaba demasiado y cuando el burro no podía con la carga o le costaba mucho llevarla, iba él y comenzaba a darle palos como un energúmeno. Hasta que un día, que el burro iba demasiado cargado por una cuesta arriba, se quedó parado un momento para descansar, pero su amo ya lo comenzó a castigar, al pasar esto, el burro se fue un poco hacía el otro lado, en donde estaba un coche de línea antiguo (o el autobús) parado cogiendo gente, al que le hizo una abolladura, que el dueño del burro tenía que abonar su reparación.
Después de suceder este incidente, este hombre le dijo al burro; ¡¡pagar el coche tendré que pagarlo, pero tú te vas acordar!! Llevando la carga para un lugar apartado y el burro lo llevó junto a un barranco, donde después de castigarlo brutalmente, lo empujó barranco abajo (sin hacer el menor caso a mi amigo, que le suplicaba que no le hiciera eso) y luego de estar el burro en el fondo le lanzaba rocas empujándolas cuesta abajo, hasta que quedó muerto, o eso parecía.
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