Cuentos Para Ella. Cap 1: Conociendo a Eva (1/2)
Por Ben
Enviado el 23/03/2016, clasificado en Adultos / eróticos
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La vuelta tras las vacaciones había resultado bastante dura para Ben. Después de haberse acostumbrado a la suave caricia de viento de la costa sobre su piel y el dulce rumor que conformaban las olas, se tenía que conformar con el gélido hálito del aire acondicionado y el desesperante ruido de sus compañeros aporreando las teclas del ordenador. Los minutos se le hicieron horas hasta llegar a la hora del almuerzo. El primer almuerzo tras las vacaciones, arremolinaba a un considerable grupo de trabajadores alrededor de la máquina de café. Tras hacer una parada delante de sus compañeros y repartir un par de sonrisas se dispuso a tomar entre sus manos aquel dulce líquido que le mantendría despierto toda la mañana
Ben era típico atractivo soltero de la oficina. Solía tener cierto discreto encanto entre las mujeres. Sin embargo, no era, ni mucho menos, un rompecorazones. La fama que sus compañeros le habían procurado, se le antojaba injustificada. Normalmente, Ben dedicaba piropos sexys, casi eróticos, a sus compañeras que le seguían el juego provocando la sana envidia de sus compañeros. Algunas veces incluso sus compañeras le propinaban inocentes azotitos en el culo y hablaban de lo que le harían cuando lo pillaran en el almacén o en el ascensor. Aquellos juegos divertían a Ben y en ellos se sentía como pez en el agua.
Sin embargo, la vuelta de las vacaciones había hecho mella en él. Aquel día en la oficina no estaba siendo tan fascinantemente sexy como otras veces. Cansado, y casi hastiado, decidió buscar refugio en la azotea del edificio. Quizás el aire de la gran ciudad podría servir de metadona para poder ayudarle a pasar lo que los más modernos psicólogos se empeñan en bautizar como síndrome post vacacional.
Cuando Ben se excusó ante el resto de los trabajadores, unos jocosos comentarios comenzaron a sonar entre la multitud.
¡Vaya! ¡Parece que no te han sentado bien las vacaciones!- dijo alguno A ver si nuestro soltero de oro ha vuelto enamorado de las vacaciones - Contestó otra compañera
Sin responder nada y con una sonrisa en la boca, Ben abandonó el grupo y se dirigió al ascensor que lo llevaría a la azotea. En el trayecto, Ben repasó lo que había sido su verano. A pesar de la fama de gigoló, quizás exagerada, que se había forjado, aquel verano había sido bastante tranquilo. Había tenido un par de amantes que le habían procurado unos buenos polvos para recordar. Pero nada más. Se estaba haciendo mayor o, al menos, eso se decía a sí mismo.
Al salir a la azotea un soplo de aire fresco acarició la cara de Ben. El rumor del tráfico estaba demasiado lejos para ser molesto y sonido de la suave brisa prevalecía sobre todo lo demás. Fue entonces cuando la vio. Ella estaba sola, asomada en la azotea. Tomaba el sol apoyada en la barandilla de cara a la ciudad. Llevaba un sexy vestido de tirantes blanco, con falda de vuelo que le llegaba por debajo de las rodillas. Entre sus manos, había un libro que parecía devorar con la mirada. Un iPod de color verde proporcionaba música a sus oídos y le trasladaba a un mundo que quizás le alejaba de los cotidianos problemas de trabajo.
Ben se quedó observándola unos segundos. Intentó reconocer su cara sin éxito. ¿Quizás se trataba de una nueva empleada? Nunca la había visto por allí, y él se jactaba de conocer perfectamente a todas las mujeres de la oficina. Como hubiese dicho a sus compañeros, ‘A esta no la tengo fichada’. El viento jugueteaba con su vestido, hasta tal punto, que, de repente, Una ráfaga de viento fuerte levantó su falda dejando más o menos la mitad de su moreno y bien formado muslo. La mujer no se inmutó, pero Ben sintió un cosquilleo en su entrepierna. No se lo pensó más y se acercó a ella.
¡Hola! - Ben se colocó en la barandillaLa mujer le miró y se quitó los cascos para hablar.
¡Hola! - Respondió ella con una sonrisa en la boca y un rictus de amabilidad No te he visto nunca por aquí - Dijo Ben - ¿Vienes a menudo a la azotea? No suelo subir aquí - La mujer mantenía una media sonrisa - pero llevo mucho tiempo trabajando en esta empresa ¿En serio? - Ben puso cara de asombro - Yo llevo 6 años aquí, y te aseguro que me acordaría de ti si te hubiese visto antes Pues yo llevo alguno más - ella se giró y miró fijamente a los ojos de Ben. - Así que es raro que no me hayas vistoMientras hablaba, la joven se giró para hablar más cara a cara con Ben. Al girarse, Ben no pudo evitar fijar la mirada en su generoso escote.
¡Ehh Que estoy aquí arriba! - Dijo divertida. Aquella desconocida parecía disfrutar de aquel juegoBen se sonrojó
Lo siento mucho - Ben miró a los ojos de la joven con su encantadora sonrisa - pero es difícil no fijarseBen solía esconder su timidez en forma de sinceros comentarios, que a veces bordeaban el límite del buen gusto. Aquello siempre la había funcionado. Su personalidad caía bien entre la gente, y eso le había permitido no solo innumerables noches de placer, sino cierto éxito en su trabajo.
¡Jajaja! ¿No eres un poco caradura? - Ella vestía una deliciosa sonrisa en la boca. El sonido de la risa de la joven se clavó muy dentro del jovenBen mantuvo silencio mientras clavaba su mirada en los ojos de la mujer. La mirada de ella era directa y profunda. Eran unos ojos crípticos y casi insondables mostraban la tremenda seguridad de la mujer. Ben se sintió desnudo ante ella.
¿Cómo te llamas? - preguntó curiosa. Ben - Dijo sin ser capaz de evitar responder. Se sentía como hipnotizado por la jovenElla frunció el ceño pensativa. En un momento, como si algo se hubiese encendido en su cabeza, pintó una sonrisa de satisfacción en la cara y cerrando el libro con un golpe se lo llevó al pecho.
¿Ben? ¿De ingeniería? – Preguntó convirtiendo su sonrisa en mueca de sorpresa ¿Cómo lo sabes? - Ben asintió con curiosidad Trabajo en administración en la décima - Dijo ella - Conozco todos los nombres de la empresa. No hay muchos Ben aquí ¡jajaja! Por lo que veo se habla de mí en administración No tanto como te crees - Las intencionadas palabras de la mujer intentaban atacar directamente el ego del hombre - ni quizás tan bien - Aun así tenía ganas de conocerte en persona. No suelo hacer caso de las habladurías. Y que es lo que dice la gente de mi - Ben se llevó las manos a los bolsillos con gesto de suficiencia Tú sabrás la fama que te vas creando - La mujer sabía perfectamente cómo crear incertidumbre en la cabeza del jovenComentarios
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