Superman viaja a Madrid ( 1ª parte )

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Soy Clark Kent, tengo 57 años y la ciudad de Nueva York, ha decidido que ya no les soy útil, que con el dichoso Obama, hasta con Cuba han hecho las paces.

Así que me han jubilado, tengo una pensión y me he apuntado a uno de esos viajes del inserso. - !Me voy a Madrid!!.

Lo primero que me planteo es que me voy a llevar, si hará frío o calor.

Es un mes de Abril y allí las temperaturas dan un frío que te cagas aún, así que echare ropa de abrigo y unas camisetas por si acaso.

Ya lo tengo todo, lo he metido en una mochila, porque así puedo llevarla a la espalada, no pensaríais que superman vaya a gastarse el dinero en un estúpido avión, tenerme dos horas antes en el aeropuerto y encima ser registrado porque no se fían ni de su padre, para que en el scanner aparezca por debajo un tipo con las mallas puestas y el calzoncillo por encima de ellas, JÁ!.

Cargo la mochila a la espalada me pongo mi capa y salgo a todo meter, destino Madrid.

En pocos minutos estoy allí plantado, entro por la zona norte , cuando me suena el móvil, lo cojo y de repente me veo estampado contra una mole de hormigón, al parecer en el plano turístico me dice que son las cuatro torres, pero yo tengo la cabeza estampada en una de ellas y por eso no puedo ver el resto. 

Aprovecho y me saco un selfie y lo cuelgo rápidamente en mi Facebook, así se quedan tranquilos en Nueva York y comprueban que ya he llegado.

Me dirijo al aeropuerto, para evitar entrar en el país como un inmigrante, no sea que vaya a tener problemas con un tal Rajoy.

Según sobrevuelo el aeropuerto, una nave militar un poco antigua, me pide descienda y les acompañe, sino seré atacado.

No entienden que un tipo con una mochila, se deje ver en el aeropuerto siendo extranjero sin utilizar los medios adecuados.

Les explico quien soy y se hartan a reír. Decido tomar tierra junto a ellos y nada mas llegar me piden que suelte la mochila y me tire al suelo. Hace un calor abrasador, el asfalto quema y yo sólo me he traído dos camisetas.

Me conducen a una sala y me informan que mandaran un traductor. Al poco llega una tal Ana Botella y tras largas horas intentando  hablar inglés,  decido aprender yo español.

Después de más de doce largas horas, esperando a que la embajada de los EEUU compruebe y verifique mis datos, aterriza el avión de Nueva York y yo sigo aún a la espera de que me suelten y para mas inri, me hacen pagar el billete de avión porque sino no puedo entrar en Madrid. Me cago en la leche lo que han aprendido estos de nosotros.


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