Matar sin mirar también es matar
Por Charles Ginsberg
Enviado el 28/03/2016, clasificado en Drama
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Tú estabas allí, yo te vi, escondido en el sofá de tu lujoso bungalow, rodeado de amigos bebiendo whisky escocés, mientras las mujeres se refugiaban en la mesa del siglo pasado de la terraza, dialogando sobre lo buenos y maravillosos que son sus hijos, que jugaban a unos metros, en el enorme y cuidado jardín con columpios y toboganes, además de pelotas y otros juguetes. Tú también lo permitiste, fuiste cómplice, y ahora no vengas fingiendo que tú sufrías con ellos, que les intentaste ayudar, porque tú eres uno de los muchos criminales. Porque mientras tú reías, ellos esperaban en el barro a un bote de comida, o por lo menos algo de agua. Allí, donde sucedía el crimen, los hombres rezaban por sus familias y removían el cielo pidiendo una oportunidad, las mujeres cuidaban de los mayores enfermos y de sus hijos, a puntos de enfermar, y los niños no eran niños, sino pequeños hombres y mujeres en busca de alimentos para sus padres, madres y hermanos. Así que recuerda, cuando sea el día del juicio, pronúnciate culpable del dolor, culpable del sufrimiento, culpable de la tortura, culpable de la enfermedad y culpable de la muerte, pero aquel día, si es que llega, no seas su amigo, será tarde y ellos no lo querrán.
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