Me cuesta aceptar que los días ya no son como antes, que no la veo, que no me acuesto leyendo sus buenas noches ni me despierto con sus buenos días, que no recibo sus mensajes, que no hablamos.
Que siento la falta de sus besos, abrazos, su olor a perfume y en definitiva, siento la falta de ella, la persona que conocí por casualidad y que me hizo feliz.
Todavía no logro entender cómo hemos acabado así, algo que no me había planteado nunca y que no me esperaba.
Nunca me imaginé que llegaríamos a esta situación, si yo la quería y ella a mi también, ¿por qué se acabó nuestra relación?
Necesito saber el por qué, aunque duela, porque duele más estar en la incertidumbre, estar haciéndome preguntas todos los días sin encontrar respuestas.
Sólo se me ocurre que la haya agobiado, que quisiera estar más tiempo con ella y ella a su vez menos conmigo, que necesitara más libertad. Pero no podía controlar mi corazón, mis sentimientos hacia ella.
La falta de comunicación, el no haber hablado antes de cómo se sentía conmigo y lo que se preguntaba han hecho que me sienta destrozado emocionalmente.
Puede que la haya aburrido, que me haya centrado demasiado en mis cosas y que fuesen rutinarios algunos días pero todavía faltaba mucho por conocer, explorar, descubrir y vivir, algo para lo que se necesita más tiempo y que no se me ha concebido. Porque analizándolo bien, ha sido poco tiempo el que hemos estado juntos aunque haya sido intenso y me haya marcado muchísimo.
Me encantaría que volviesemos a encontrarnos para poder perdernos, perdernos en la montaña, en los momentos, en la vida al fin y al cabo. Disfrutar de la relación con la persona que ha dejado una gran huella en mi corazón, porque sólo ella puede sanar el dolor que siento. Olvidar lo que ha hecho separarnos, recordar lo que nos enamoró y volver a empezar juntos una nueva etapa.
Y aunque haya dicho que estoy bien, no, no lo estoy, no puedo dejar de pensar en ella y la echo de menos porque la sigo queriendo.
Ahora es cuando veo algunos de mis errores, no haberle hecho caso cuando me decía que no le regalara, ser pelota y pequeños detalles que se habrán acumulado.
No tendría que haber escrito lo que escribí después de que lo dejásemos, pues no era yo. No pensé en que podía dolerle, sólo estaba cegado por mi dolor y actué egoistamente.
Era yo cuando la valoraba cada día más, cuando la quería y la apreciaba, le decía que la echaba de menos, que significaba mucho para mi, que tenía miedo a perderla.
Cada vez que veo la botella de cristal que encierra sus palabras comienzan a caer lágrimas de mis ojos y no hay nada que me consuele. Al igual que cuando veo alguna foto en la que estamos juntos, me derrumbo.
Los recuerdos están presentes todo el tiempo, no me dejan dormir y hacen que las cosas más rutinarias las relacione con ella.
Escuchar música se convierte en una odisea, pasar de canciones y que cuando llegue una de Metallica, Five Finger Death Punch, o Scorpions me venga a la cabeza su nombre y su rostro.
Han pasado unos largos días desde la despedida y todavía siento lo mismo que cuando la conocí. No puedo avanzar, pues para mi ella lo era todo, hizo que lo diera todo y volvería a darlo todo a pesar de que haya desaparecido de mi vida inesperadamente.
Si escuchando el cd de Metallica o viendo algo que le dí con toda mi ilusión le produce una sonrisa, yo estaré feliz de ello. Porque aunque no estemos juntos, quiero para ella lo mejor, que sea feliz.
Intento refugiarme en mis pasiones pero aún así, nada cambia.
Si supiese aquello que odiaba de mi, lo que nos separaba y que ha hecho que no estemos juntos lo intentaría cambiar.
Conocer el momento en el que no me tenía a mí, pues puede que, a veces, no haya sido el verdadero yo y la situación haya sido forzada porque quería que todo saliese bien.
Las palabras que odiaba de mi, lo que impedía que me queriese un poco más, eso es lo que me trastorna, lo que me duele, el no encontrarle explicación a nada.
Desde ese maldito día en el que nos abrazamos por última vez no soy el mismo, estoy raro y mis familiares y amigos me preguntan si estoy bien y aunque responda con un sí, ellos saben que no.
Cualquier lugar me recuerda a ella, cualquier bebida, su nombre cada vez que lo escucho...
Se me clavan en la mente cada una de sus frases, tanto las de los buenos momentos, como las de sus escritos y las de la despedida.
Ya sé que nadie es perfecto, como me dijo más de una vez, y todos cometemos errores, ya sea en nuestra forma de actuar o a veces por lo que decimos.
Sólo quiero una segunda oportunidad para seguir demostrando lo mucho que la quiero, corregir mis errores y recuperar la felicidad perdida. Perdida como mi sonrisa, la cual cuando aparece es forzada, y no real como cuando estaba contigo.
Vivo sin vivir, sin ponerle ilusión a nada, porque muero, muero por dentro y no puedo superar esta situación, me siento débil como el que más. Derrochando dolor que se plasma en lágrimas y pensando que el final ha sido un sueño, pero cuando me despierto observo la dura realidad.
Habiendo perdido la ilusión por todo, pues no está ella para apoyarme ni preocuparse por mi.
Y es que cuando camino por la calle voy atento por si tengo la suerte de verla de nuevo.
Lo único que sé es que la sigo queriendo aunque ella a mi no, que la estaré esperando por si vuelve a sentir lo que sintió por primera vez conmigo y deseo que se vuelva a encender la llama que se apagó.
Aún mantengo la esperanza, la esperanza de que algo vuelva a crecer en su interior y que recupere la ilusión permitiéndole conocer más allá de la punta del iceberg. Prefiero tener la ilusión aunque me lleve una decepción porque este tiempo ha servido para darme cuenta que estoy infinitamente mejor con ella que sin ella, pero claro, una relación es cosa de dos. Yo puedo querer, pero también necesito ser querido.
Si por casualidad lees este texto, sólo quiero decirte que te quiero tal y como eres, que ando perdido, refugiado en la bebida, en el deporte y los escritos para intentar seguir adelante pero sólo me sirven para recordarte a ti y a los momentos vividos.
Hoy hubiéramos llegado al medio año juntos, pero el destino no ha querido y ha separado nuestros caminos, los cuales desearía que se juntasen en uno más ancho y fuerte.
Cansado de todo, de vivir así, de no recibir lo que estaría dispuesto a dar, desesperado en definitiva, sin ganas de nada sin ti y con ganas de todo contigo.
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