El incendio

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Una vecina al recoger la silla del portal, le pareció ver la sombra de un hombre encorvado que caminaba en dirección al palacio de la Serna. Había luna negra y era noche oscura. Sin darle mayor importancia, entró en casa.

Al llegar al portón de la finca se introdujo con sigilo, procurando no hacer ruido. Entro por la puerta de servicio que estaba entornada, todavía no habían echado la cerradura. Estando en el patio frente a las cuadras, saco del bolso un pedernal y consiguió una chispa con la que prendió fuego a la paja del suelo. A pesar que se encontraba húmeda y sucia, empezó a arder. Encendió otros pequeños focos para conseguir su propósito. Los caballos que se encontraba medio adormilados, al olisquear el humo se agitaron nerviosamente en sus casillas. A pesar de temer ser descubierto, permaneció allí unos instantes mientras veía crecer el fuego. La venganza estaba en marcha. Estaba asombrado por la proeza, pero al escuchar los primeros gritos de auxilio, se asusto y abandono precipitadamente el lugar.

Los primeros en dar aviso fueron los vecinos cercanos, al escuchar los relinchos y golpeteos de cascos de los caballos. En una casa próxima, un niño asustado al observar el fuego salió corriendo despavorido hacia la iglesia para comunicarlo al cura. En cuanto éste lo supo, lanzo al vuelo la campana a toques de *arrebato para avisar a todos los parroquianos.

Durante siglos la dinastía de los Guzmán había poseído un gran poder, pero cuando los vecinos supieron el motivo de las campanadas algunos padres de familia no se movilizaron para acudir a extingir el incendio. Fueron numerosos los agravios de sus miembros hacia algunos vecinos, hasta el extremo de vetarles del acceso a trabajar en sus propiedades, y por consiguiente privarles del sustento para alimentar a sus familias.

Mient, en el salón el terrateniente estaba acabando de cenar.

- Huele a humo. Oyó decir en voz alta.

Saltó del asiento bruscamente, y asomándose por el ventanal observo que las cuadras estaba ardiendo por los cuatro costados. Llamó a la ama de llaves para movilizar a la servidumbre, y ésta comenzó a dar ordenes para que participaran en la extinción. Entonces, se dirigió rápidamente a las puertas del establo, donde uno de los mozos de cuadras estaba soltando a los caballos para que no murieran achicharrados. El tiempo era preciado, ya que el fuego comenzaba a prender en las columnas de madera y podía debilitarse las estructuras de vigas que sustentaba el tejado. Debían actuar con rapidez. Los caballos liberados trotaban alrededores del recinto, aterrados por el fuego y la gente que corría y gritaba. El espectáculo era dantesco. Todo era confuso, con el denso humo blanco que provenía de las cuadras. Finalmente, gracias a la rápida actuación de uno de los colaboradores más leales, pudieron evitar a los animales una muerte segura. El incendio estaba alcanzando proporciones considerables. Dos empleados sacaban frenéticamente agua del pozo, mientras los vecinos que comenzaban a congregarse, organizaron una cadena humana para pasar de mano en mano los cubos, barreños y baldes de agua hasta las caballerizas. Las llamas se propagaban rápidamente y amenazaba con pasar al pajar contiguo. Debían hacerle frente con perseverancia, porque si seguía con fuerza, corría el riesgo de continuar por el resto de las instalaciones. Ordenó a su lugarteniente mas avezado que intentara organizar la conducción del agua al fuego.

El palacio de la Serna era parte del complejo que en su día fue la sede de la Encomienda, organización religiosa y militar que alcanzó su mayor preponderancia en la Edad Media. El palacio de la Serna era la residencia actual del Sr. don José Guzmán de Tuetana y de todos sus descendientes. Un edificio rectangular con un gran patio central con corredores. La sólida construcción cerrada al exterior, estaba construida en mampostería, utilizando el ladrillo rojo y en sus extremos los muros finalizaban en forma de almenas, acentuando su antiguo carácter militar. La amplitud y el uso de las dependencias obligaron a la construcción de bóvedas en madera con arcos de medio punto. En el lado septentrional de la finca se encontraban las instalaciones destinadas a la producción agrícola y ganadera; el almacén para guardar los productos de la huerta, los cereales, las aceitunas y para los aparejos de labranza y la granja de cerdos, patos, ocas y gallinas, las caballerizas y el pajar. La cochera en la que se guardaba la calesa para pasear los días festivos a la señora de la casa.

El palacio de la Serna, como antigua sede de la Encomienda se encontraba en un lugar preferente, en la entrada de la población y cerca de la iglesia. Un viejo pastor que recogia tarde las ovejas, observo alarmado desde las montañas el resplandor del incendio.

Nota de autor

Arrebato: Retoque de las campanas rápido que avisan a los vecinos de una tragedia, de un incendio.

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