EN LAS SOMBRAS-3

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-  En efecto, ese. Pues quién sabe, igual el día de mañana él es el futuro Zacarí. Mi trabajo da para subsistir, nada más. ¿Saben con qué gano más? Por ejemplo, con la posible publicidad que les puedan ofrecer. No deja de que aún con ahora tener a su propio representante, a Zacarí lo descubrí yo y eso me da derecho a ciertas cosas. Como a una comisión (sustanciosa por cierto, el caché es el caché) en caso de fichajes, publicidad, entrevistas, etcétera. Este mundo lo comparo yo siempre con los anuncios de dentífricos: nueve de cada diez niños se quedan en el camino y, de ese porcentaje, el número diez posiblemente no llegue ni a la mitad. Un mundo en el cual yo estoy en las sombras. Pero bueno, eso pasa también en la realidad, la vida es un sendero de luces y sombras, ¿no creen? Sin ir más lejos, usted Mateo vive una luz maravillosa con esa mujer y esos hijos que me ha parecido oír que tiene aunque por otro lado le azote esa sombra del desempleo. Por otro lado, usted Andrés, tiene esa luz del trabajo y esa sombra que se le puso en su camino truncándole su vida sentimental. En mi caso, mi existencia se basa en luces y sombras dependiendo de a donde me lleve la corriente-dijo señalando al parque-como del mismo modo mi vida privada, aprovecho todos los momentos, todas las luces que se me ofrecen, intento que todas las velas que se me encienden a mi alrededor no se apaguen, que las bombillas que iluminan mi trayecto no se fundan y cuando vienen las sombras, cuando se va la corriente, cuando la cera de las velas se extingue respiro hondo, cuento hasta cinco, hasta diez, hasta donde sea necesario y doy gracias. No por un motivo en concreto, o a lo mejor muchos en particular. Entonces todo vuelve a iluminarse.

-  Anda-dijo Mateo-veo que es de los que ve el vaso medio lleno-seguro que si no fuera ojeador sería un buen psicólogo. En mi tendría a uno de sus mejores clientes, se lo aseguro.

-  Todos llevamos algo de psicólogos en nuestro interior, incluso usted. Hay que saber leer algo de la mente humana, ¿no creen? Aunque lo más complicado sea saber leer la propia.

-  Sí, estoy de acuerdo con usted-refirió Andrés-Debo decir, no obstante, que en mi caso jamás me he planteado el auto leerme la mente ni leerla a los demás.

-  Pues debería, por lo menos la suya. Bueno, los dos deberían. Cerrar los ojos, concentrarse y buscar ese interruptor. Encender esa luz que les impedirá de una vez por todas y a pesar de los avatares de la vida vivir en las sombras. Porque ahí es donde viven ustedes ahora, en las sombras. A pesar de que tienen un montón de luces que brillan y les ciegan pero ustedes no las ven. Miren en su interior y les aseguro que aparecerán. No es fácil, no se crean, pero se consigue.

Tanto Andrés como Mateo escuchaban, anonadados. Cuanta sabiduría tenía o aparentaba tener ese hombre. Andrés miró la hora en su reloj y le hizo señas a Mateo, se había hecho tarde.

-  Disculpe, pero nos tenemos que marchar. Por cierto, su nombre era…no recuerdo haberlo escuchado.

-  Santi, mi nombre es Santi.

-  Pues un verdadero placer haberle conocido, un placer que se haya cruzado en nuestro camino. Intentaremos que la luz de sus palabras no se funda jamás.

Y, con esas se levantaron, Santi les dedicó una sonrisa transformada en un yo también estoy encantado de haberles conocido para luego verles partir. Luego, dejó el periódico en el banco, se puso en pie él también y se dirigió al parque. Quería hablar con la madre del niño de la camiseta naranja.

FIN

 


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