Vaya ¡cómo está la vida!, repiten las señoras mientras hacen las compras del día. También se escucha en las reuniones sociales y en algún que otro encuentro fortuito, se escapa casi sin querer, esa expresión de desasosiego y resignación ante una situación que parece no cambiar nunca, pero realmente ¿quién tiene la culpa? Obvio, sabemos quienes han inventado este circo en el que el poderoso caballero don dinero, es la estrella principal, y los grandes magnates de la economía mundial, no son más que los triunfantes domadores que mantienen calmada a la feroz bestia.
Pero como todas las bestias, es impredecible y a mi parecer, se les ha ido de las manos.
¿Ahora qué?
Empiezan a rodar cabezas, sí, pero cabezas inocentes que solo trataban de buscar su sitio en el gran espectáculo de la vida. Es una selección variopinta la de este público confiado; padres de familia numerosa, madres solteras, ancianos que dependen de una triste pensión, jóvenes que procuran abrirse camino para realizar sus sueños; en definitiva, un gran océano plagado de distintas especies, pero en el que todas tienen una idea en común: luchar para ser felices. ¡Sobrevivir!
Pues bien, yo y mi reflexión nos hacemos esta pregunta, ¿dónde está ese grito de esperanza, ese grito a la revolución? Y estaréis pensando, está ¡claro que está! Y tendréis razón, pero realmente ¿estamos echando toda la carne al asador? O más bien, ¿seguimos fieles a una sociedad influida por el miedo al cambio? Somos las primeras fieras domadas, a través de los medios de comunicación nos infunden mediocridad para nuestras mentes, nos adormecen señores, nos han vuelto seres conformistas bien amaestrados, todos debemos cumplir con el canon establecido para conseguir nuestra anhelada felicidad...Damas y caballeros, quizás esta sea mi última pregunta por el momento ¿dónde queda nuestra libertad?
Compañeros de batalla, ese es el verdadero significado de felicidad, nuestra libertad.
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