A veces, aparecen personas en tu mundo que no esperabas fueran tan importantes y ellas parece que no se percatan de ello. Seres que con una simple sonrisa o con un simple gesto transforman esa película de terror en la cual se basa toda tu existencia en un cuento de hadas maravilloso donde todo es posible.
Porque yo, personalmente, al conocer a esta gente, me he percatado de que sí, evidentemente, la vida no es un camino de color de rosas e incluso muchas veces da la impresión de ser un larguísimo laberinto lleno de obstáculos cada vez más complicados donde no hay escapatoria posible. Pero una palabra amable, una mano sobre tu hombro, un gesto sin condición alguna y, de repente, ese laberinto se ha transformado por arte de magia en una autopista en línea recta hacia la felicidad.
No se vosotros, pero yo sí creo en los cuentos de hadas y en esas historias que nos contaban a muchos antes de arroparnos entre sábanas. Y es que, al fin y al cabo, los distintos personajes de esas novelas son los personajes que forman parte de nuestras vidas. Porque todos vivimos entre brujas, todos tenemos algún ogro a nuestro alrededor y estamos rodeados de tantos y tantos fantasmas. Pero cada vez que esas brujas quieren envenenarnos, cada vez que nuestro ogro particular pretende atacarnos con sus sucias ardides, cada vez que nuestros fantasmas quieren invadir nuestros miedos para que no sigamos adelante y nos hundamos en el fango, ahí están ellos.
Sí, ellos. Porque puede que cuando zarpamos en este crucero llamado vida, la embarcación esté plagada de brujas, ogros, fantasmas…pero también está repleto de botes salvavidas denominados duendecillos, hadas…que con su simple presencia hacen que cualquier ser pérfido se desvanezca y que la mar de tu existencia vuelva a la calma y puedas continuar la travesía.
Esas hadas y duendecillos no son otra cosa que los amigos, la palabra más bonita si se sabe el verdadero significado de la misma.
Doy gracias a quién deba darlas porque de la misma forma que mi océano está lleno de brujas, de ogros y de fantasmas, también está repleto de duendecillos, de hadas…los cuales siempre que el peligro acecha, están allí para sostenerme en pié.
GRACIAS POR SER UNA DE MIS HADAS O DUENDECILLOS
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