EN SU PAPEL-PARTE 12

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Menudo culebrón de sobremesa le había contado su hermana, pensó Raquel. Desde luego era digno en algunos aspectos de una novela de Corín Tellado. Qué casualidad, pensó, el hombre del que le había hablado también se llamaba Samuel como el hermano de su clienta. Mira que si resultara que…eso sería muy fuerte. La próxima vez que hablara con Maite procuraría pedirle que indagara más. Quizás eran cosas del destino y ella ahora estaba allí para poner a casa uno en su papel.

Y como quién no quiere la cosa había pasado una semana. Raquel había quedado con Sandra para terminar de perfilar unas cuantas cosas que quedaban aún pendientes. La vista estaba prevista para mediados del mes que viene y la exploración de los niños la semana que viene. Un trámite al que Sandra le había dicho el primer día que no le hacía mucha gracia, no entendía porque Enrique y Sasha tenían que pasar por ese mal trago. Ella la entendía perfectamente, pero en estos casos por desgracia era una gestión necesaria. En estos casos los hijos tenían voz y, es más, tenían derecho a tenerla. Sandra le sugirió realizar un pequeño ensayo como si se tratase de una obra de teatro delante de ella, eso serviría para el día que tuvieran que enfrentarse ante el Juez. Los dos niños habían simpatizado con ella y Sandra pensaba que el camino resultaría mucho más fácil realizando esa entrevista. Raquel le dijo que no, dándole argumentos sólidos para ello, y la tranquilizó diciéndole que no debía preocuparse en demasía.

Miró su reloj, todavía faltaban quince minutos para la cita así que decidió aprovechar dicho tiempo para llamar a su hermana y ver como se encontraba. Bien, y que le contara más de esa historia tan interesante, más sobre Amelia. Pero no tuvo suerte, después de las preguntas obligadas por los buenos modales tales como la preocupación por su salud, qué tal le iban las cosas…fue directa a “preocuparse” por cómo le iban las cosas en el trabajo. Después de narrarle unas historias que a ella ni le iban ni venían, no era asunto suyo si se rumoreaba que el jefe se los estaba poniendo a su mujer, decidió interrumpirla y decirle en verdad quién le interesaba. Se sorprendía de sí misma, jamás había sido una metomentodo como su hermana, ¿igual era hereditario? Recordó que su madre también era  una gran aficionada a poner la oreja detrás de las puertas. Pero su gozo se cayó en un pozo cuando su hermana le puso en antecedentes diciéndole que Amelia justo el mismo día que le había contado la historia que le había parecido tan apasionante había solicitado unos días de vacaciones, en concreto dos semanas. Así que, desgraciadamente para ella, Maite no pudo contarle nada de nada.

Dejó a su hermana con la promesa de que la llamaría pronto para quedar personalmente un día de estos puesto que estaban llamando a la puerta. Hizo pasar a Sandra a su despacho, se sentaron ambas y se pusieron manos a la obra no sin antes para no ser tan directos y hacer que el asunto no fuera tan frío preguntar por cómo se encontraban los niños y el resto de su familia. Aunque eso, indirectamente, guardaba relación con lo que allí se cocería en unos minutos.

Al salir de allí, Sandra se dirigió en sentido contrario al que sus pasos deberían guiarle, necesitaba despejar la mente para tener la misma preparada al ciento por ciento. Las fuertes tormentas que había pronosticado el hombre del tiempo en las noticias eran simples lloviznas comparado con la tempestad que a ella se le venía encima. Raquel le había puesto al corriente en lo concerniente a Adrián, por lo que era consciente que el abogado de Santiago era uno de los mejores. Eso sí, también le dijo que se tranquilizara, que ahí estaba ella y, si Adrián era un fiera en el mundo legal, ella era la mejor de las cazadoras y que ninguna presa se le escapaba. La comparativa le haría gracia si no fuera porque la letrada también le había contado de qué conocía a su contrincante con lo cual no sabía si tranquilizarse o estar asustada. ¿Pretendía Raquel a través de su divorcio una venganza personal contra Adrián? Por su bien y por el de sus hijos esperaba que no, que su abogada se comportara de la forma profesional que la avalaba y se centrara en su papel.

Samuel llegó justo a tiempo, la entrevista era justo cinco minutos después. Por una parte estaba tranquilo, total era ya la décima del mes pero por otro lado estaba por el mismo motivo con los nervios a flor de piel. Después de ver a cada Jefe de Recursos Humanos de cada entrevista a la que acudía intentaba descifrar la incógnita buscando dónde había fallado, qué había pasado, dónde estaban los errores para así poner remedio. Pero por lo visto su mente no le funcionaba y no conseguía calcular dicha operación. Quién sabe, puede que el error no estuviera en él, quizás debía buscarlo en otro sitio pero ¿dónde? Igual cuando consiguiera dar con la respuesta correcta todo se arreglaría.

Después de seguir las indicaciones correspondientes se adentró en una sala de minúsculas dimensiones donde se encontraban unas, más o menos, quince o veinte sillas  a modo de círculo con una mesa baja en medio repleta de periódicos y revistas los cuales como pudo vislumbrar cuando se sentó eran de fechas pasadas. Pero, pese a ello, cogió la primera de todas y se dispuso a pasar páginas para mantenerse entretenido.


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