EN SU PAPEL-PARTE 14

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-  Da pena despertarlos, ¿verdad?

-  Sí, pero habrá que hacerlo, mira la hora que es. Mañana tienen que levantarse temprano y todavía debo darles la cena.

-  Menudo drama…eso tiene fácil solución hermanita, ¿por qué no os quedáis aquí y mañana ya se verá por dónde sale el sol?

-  A mí me han vendido la moto que el astro rey sale siempre por el mismo sitio, ¿o es que ahora no es así?

-  ¿Pregunta trampa? Me alegro que no se haya esfumado tu sentido del humor. Lo del sol era una forma de hablar mujer.

-  Claro. Pues mira sí, acepto tu propuesta. Además, estoy algo cansada de ir de acá para allá, hoy ha sido un día bastante estresante y no solo por la visita a Raquel.

-  ¿Más problemas?

-  No, ni por asomo, con Santiago tengo ya suficiente. ¿Y tú qué?

-  Sin novedad en el frente y eso me empieza a desesperar. En un mes y medio se me acaba la prestación por desempleo, espero encontrar algo para entonces porque sino…Menos mal que no pago ningún tipo de alquiler porque sino ya me veo abriendo la ventana y…

-  Por dios, no digas eso ni bromeando, todo se solucionará ya lo verás. Mira, por lo pronto hoy de la cena me encargo yo y de hacerte tu plato preferido también. Espero que tengas sus ingredientes a mano.

-  Ahora mismo no lo sé Sandra, la verdad, vayamos a ver.

Pero antes de dirigirse a la cocina los dos volvieron la vista de nuevo al sofá. Allí estaban Enrique y Sasha durmiendo, ajenos a todo lo que se cocía a su alrededor. Los hermanos no pudieron evitar desear lo mismo y anhelar estar en su papel.

Raquel se encontraba en la cocina cuando sonó el móvil. Era César, quién quería saber cómo iban los trámites de Sandra.

-  Espera un momento que tengo cosa en el fuego, enseguida estoy contigo. Ya está, perdona es que no quiero que se me pegue la cebolla a la sartén ¿Me decías?

-  Te estaba preguntando cómo va lo de Sandra

-  Ni bien ni mal César, están todos los papeles y documentos presentados en el juzgado. Ahora toca tener paciencia, nada más. El primer paso lo tenemos la semana que viene con el reconocimiento judicial de los niños y a la siguiente la vista. Luego ya, Dios proveerá.

-  Bueno, más bien dirás, el Juez sentenciará.

-  Que gracioso…Oye, muy interesado estás tú por este tema, ¿o debería decir por mi cliente?

-  No van por ahí los tiros y lo sabes, estoy muy feliz con mi soltería y quiero que continúe así. Aprecio mucho tanto a Sandra como a esos niños a los que se puede decir que he visto crecer dada mi amistad con su tío, pero nada más

-  Ya

-  ¿A qué viene ese tono? Te estoy diciendo la verdad

-  Vale, si tú lo dices. Oye, que ahora no tengo mucho tiempo, pero tengo una idea. ¿Qué tal si quedamos mañana o pasado para cenar? Te confieso que necesito algo de desintoxicación, ya me entiendes. Si quieres puedes decírselo a Samuel, yo haré lo propio con mi hermana. Mira, hasta le pediré que se traiga a una compañera de trabajo de la cual me habla mucho y confieso tengo unas ganas enormes de conocer. Cuántos más seamos mejor, ¿no crees? Si Sandra tuviera con quién dejar los niños, porque claro, si Samuel se une a la fiesta…Santiago queda descartado, no nos conviene de cara al juicio, Adrián lo podría usar en nuestra contra alegando que sé yo. Lo dicho, que me voy a seguir con mis tareas culinarias, mañana a la tarde te llamo y nos decimos cosas. Cuídate César

Se dirigió de nuevo a la cocina, ¡pero qué gran idea había tenido así de repente!, pensó. Bien, siempre y cuando todos estuvieran dispuestos claro, que esperaba que sí. A ver si su hermana estaba por la labor y conseguía traerse a esa Amelia y lo mismo César con Samuel. Tenía gracia, ella intentando unir a dos personas cuando lo que realmente se le daba bien era romperlas

A la mañana siguiente Samuel se levantó, se duchó, se tomó un café rápido puesto que el tiempo apremiaba y se marchó de casa. Su hermana y sobrinos se habían ido ya. Sandra le había dejado una nota: “he preparado café, gracias por todo”. Agradeció interiormente tal detalle y salió a la calle. Hoy era el turno de una multinacional que se dedicaba a la venta tanto al por mayor como al por menor de artículos informáticos y precisaban a un economista. Esperaba esta vez tener suerte, tenía el mismo pensamiento todos los días que tenía una entrevista a decir verdad aunque luego ese pensamiento se fuera por la taza del váter. Pero si se dejaba vencer por el monstruo de sus propios miedos no lograría seguir adelante y no conseguiría reflejar ninguna confianza a ninguna empresa que pudiera precisar de sus servicios.

De repente oyó vibrar el móvil. Lo tenía en silencio por si se le olvidaba y en medio de la entrevista le daba a alguien por incordiar, ese incordio le costaría caro. Era César, el cual una vez interesado por su bienestar le pidió que qué tal le vendría ir a cenar con él y con unas amigas esa noche o a la siguiente. Meditó unos segundos la oferta y decidió aceptarla. Su amigo tenía razón, necesitaba salir y volver a relacionarse con el mundo. Después de eso colgó quedando que le llamaría más tarde para concretar y puesto que ya había llegado a su lugar de destino entró y se dijo: adelante, tú puedes.

Y mientras Amelia se había reincorporado a su puesto de trabajo después de sus días de asueto. Todo seguía igual, pensó, todo y todos. Pese a ya estar de vuelta le había pedido encarecidamente a su superior estar unos días en oficina y que se encargara otro de su cometido, ella aún no estaba preparada. Oyó a Maite como se le acercaba por detrás, el sonido de sus tacones era inconfundible


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