Un asesinato múltiple, delante de un niño

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Pablo era un niño de 11 años, que a pesar de vivir en una ciudad con sus padres, en los tres meses de verano los iba a pasar a un rancho, en donde vivían sus abuelos junto a un tío, los que tenían muchas cabezas de ganado y su abuelo que le quería mucho le tenía un caballo solo para su disfrute cuando estaba con ellos: resulta que el último año que Pablo ha ido a pasar los meses de verano al rancho, fue ayudar a su tío y a 7 vaqueros más, a llevar un rebaño de vacas, que tenían que cruzar un puente al otro lado de un río caudaloso y nada más pasar, les estaban esperando varios hombres, uno de los cuales les dijo; que se volvieran para sus casas, porque aquel ganado ya era suyo. El tío de Pablo bajó del caballo y dirigiéndose al que habló, le respondió, que aquellas vacas eran propiedad de su padre y no suyas, como decía él. En esto el bandido saco una espada y con ella casi le cortó el cuello por completo, quedando su tío al instante muerto y seguidamente ordenó que mataran a los demás hombres, que una vez echo, a todos arrojaron al río. Solo Pablo quedó en su caballo y uno de los bandidos le pregunto al jefe, que podrían hacer con él; este le respondió, que lo dejaran marchar, para que avisara de lo que había pasado.

Pablo dio media vuelta, dirigiéndose a la casa del abuelo, que cuando lo vio llegar solo, se temió lo peor, lo que le fue confirmado con el relato de su nieto, pues él se dio cuenta en seguida, de quien pudiera ser los asesinos de su hijo y de los demás vaqueros. Después de eso, los dos fueron a denunciar el caso ante las autoridades, quienes les dijeron que iban a ir investigar el caso al día siguiente, a una hora que señalaron. Al otro día, el niño salió hacia el puente en su caballo, con tiempo suficiente para estar allí y explicarles lo que había pasado. No obstante, después de pasar en el puente varias horas, regreso a la casa sin que nadie apareciera por allí y nada más llegar, estaba su abuelo preparado para salir en su busca, porque le tardaba.

De nuevo, al otro día volvieron junto a las autoridades y estas les dijeron que ellos habían visitado el lugar. Pero que allí no les recibiera nadie. Abuelo y nieto comprendiendo que nada tenían que hacer allí, regresaron a la casa y desde aquel día se fue deshaciendo de todos sus bienes, porque tanto el cómo su mujer no tenían ganas ni fuerzas, sin su hijo, para seguir con todo el ganado que aun tenían.

Esta historia, que pasó en un país tercermundista, me la contó el niño protagonista de esta historia, que ahora pasa de los 70 años y con la que me quedé atónito en aquel momento.      

       

                             

       

      

    


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