La noche se está peinando
sus grandes rasos negros
con un cepillo de plata
y alfileres de acero,
y la luna se asoma,
con su larga cola de raso
y con tétrica mirada,
a sollozar en su manto.
¡Ay luna, luna, lunera!
No escondas tus cuartos,
que la noche se entristece
rebuscando tus encantos,
que la noche está triste,
que se queda sollozando
ahogando su quebranto.
No escondas tu embrujo
que la noche se muere,
muéstrale tus embozos,
tus sonrisas, tu dulzura.
¡Ay luna, luna, lunera!
Que no llore en tu regazo,
la noche es muy oscura
de negros mechones largos,
que sola se va muriendo
por culpa de negros trazos.
¡Ay luna, luna y noche!
No despertad a Morfeo,
dejadle que se adormezca,
que su sueño eterno
alimente nuestras vidas,
que deambule, gallardo,
por sendas de oscuridad
enseñando y mostrando
la grandeza de la noche.
Dejad tranquilos mis sueños.
Que mis fantasías oníricas
abran el estrecho sendero,
de reprimida pasión,
a mis lívidos deseos,
que la noche es mi cuna,
las estrellas son mi manto
y la luna mi almohada
de brillante raso blanco.
¡Dejadme que deambule
por mi sinuoso camino!
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales