Estupideces de un viejo farsante
Por Charles Ginsberg
Enviado el 13/04/2016, clasificado en Varios / otros
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Llevaba allí sentado ya casi dos horas, ¡dos insoportables horas!, sin parar de escuchar sandeces sobre lo preciosa y divertida que es la vida, como triunfa el amor por encima de todo, ¡y escuchando palabras hasta sobre un Dios! ‘Por favor, que alguien lo calle’, pensaba en mi externo interior. ‘¡Que deje de hablar o me voy a volver loco!’ Pero no, allí seguía, sentado, en frente de un público que fingía entenderlo todo, creando un monólogo sin gracia, ni sentido, ni sentimiento, ni intriga, ni amor, ni terror, ni fantasía, ni drama. ¡Aquello no era ni libre creación! Y no fue hasta una hora más tarde cuando aquel viejo farsante, sin palabras ni historias, alzó su pesado culo, recogió los restos de papel ‘malescritos’ que reposaban sobre la mesa, y dijo, haciéndose pasar por artista: ‘y hasta aquí los relatos especiales‘.
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