Las peripecias de un seductor

Habia sido siempre muy formal, pero llegado el momento de dejar de serlo y vivir de una manera apasionada. Empecé, poco a poco a descubrir que ser una buena persona era muy aburrido, estuviera en el trabajo o fuera. Me encontraba en esa etapa de la existencia, en la que te lanzas a vivir de verdad, y me aventure por primera vez a amar. Comencé una relación con una mujer casada, a la que me unía el irrefrenable deseo de practicar sexo.

Una noche, en la primera cita fui claro cuando me preguntó que deseaba de l encuentro. Ella que era una mujer casada y con un niño, escuchó de mis labios que lo que solemente buscaba era sexo. Con el paso del tiempo reconozco que fui un auténtico gilipollas, pero era lo que por aquel entonces pensaba. Recuerdo que, para reafirmar mi aseveración le indique que no se le ocurriera pensar que podría ser su tabla de salvación, ya que me había dicho que no estaba bien con su marido.

La verdad, es que a veces la vida te sorprende! Era muy fuerte la atracción, había mucha quimica entre nosotros, o eso era lo que yo pensaba, y practicábamos sexo en cada momento. Un día conocí por casualidad a su madre porque tenia necesidad de ir a su domicilio y la lleve en coche a su casa. A partir de ese instante, cambiaron las tornas; una noche también nos descubrió en la cocina su hijo mientras cenábamos, y cuando llegó el periodo de vacaciones de verano, se planteo la posibilidad de planear unas vacaciones juntos.

Continuará...

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