Cuando Ramiro, más conocido como Don Alonso dio la última vuelta, en el largo camino de regreso a… notó que el paso se le hacía más dificultoso. Venía midiendo los pasos desde hacía tiempo atrás, buscando disfrutar, intentando cosechar lo que durante años había sembrado. Un poco lo que cada uno de nosotros hace cuando se dobla los sesenta y pico o los setenta.
El 12 de junio del año 2000 vio, entre luces y sombras, entre vigilia y ensueño, una figura humana que se aproximaba a su lecho y le hablaba con voz serena, como con efecto de eco, y le informaba algo. Parecía claro el mensaje, era breve, pero Don Alonso no comprendía bien el significado. Cierto detalle –del cual nunca informó a nadie- le mostraba que tenía que ver con un acontecimiento futuro. Por un tiempo largo esa visión o sueño pasó al olvido. Pero un día lo volvió a ver…
Al cumplir los 65 años, Ramiro inició los trámites jubilatorios. Cuando tuvo pronto casi todo, comunicó la fecha a su agente de viaje, para que dispusiera lo necesario para su participación en un crucero al Mediterráneo. Había sido un sueño largamente acariciado, tras haber enseñado, toda su vida de docente, sobre las antiguas culturas y pueblos que le dieron vida a ese gran mar.
Pensando en el viaje, inició, junto a su compañera una serie de despedidas. Primero organizó una despedida con antiguos compañeros de trabajo. Docentes, adscriptos, directores y los viejos porteros de uno de los institutos de enseñanza. Éstos, tantas veces le habían hecho favores, pensó entonces, que era tiempo de dar gracias, aunque sea por una vez. Prometió a uno de los porteros veteranos, un español, llevarle un CD al hermano, con fotos de los familiares de América. Como la fecha del viaje era muy cercana a las fiestas de fin de año, las reuniones se fueron entrelazando con las despedidas propias de las de fines de año.
Una noche, mirando una película en la TV se cortó la transmisión… En su lugar retransmitían una señal emitida por la cadena más grande del Medio Oriente… La imagen y voz de un hombre de larga barba, vestido de túnica y armado con un fusil miraba fijo a la cámara mientras pronunciaba su discurso. En español aparecía la traducción, y se leyó: “se aproxima el principio del fin para los…” ¡Sorpresa! Era exactamente la visión o el sueño que Alonso había tenido.
A las dos de la mañana, llegó su compañera, que había ido a visitar a su anciana madre. El televisor del cuarto estaba encendido… pero no se escuchaba sino el inconfundible ruido del televisor sin señal alguna. Seguramente Alonso estaría dormido. Pronto viajarían y había acudido a resolver cuestiones referentes a su cuidado. Alguien debía cuidarla…
Se duchó, sin pasar siquiera por el cuarto. Luego fue a la heladera y llevó consigo un poco de helado. Cuando entró al cuarto vio a Alonso recostado sobre uno de sus lados, como dormido. Le tocó el hombro, luego lo sacudió más fuerte. Luego le gritó casi desesperada, casi entendiendo sin quererlo así. En una mano tenía una nota que reproducía lo dicho por el hombre de barba: “Se aproxima el principio del fin…” (R. A.)
Walter H. Rotela
Pedro Buda
http://pebuwar2.blogspot.com.uy/2016/04/cuento-la-despedida.html
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